En la parte anterior vimos que la
humanidad se divide en dos grupos: Los elegidos y los reprobados. Vimos que los
reprobados sirven como ejemplo de la justicia divina. La cuesti—n que vamos a
considerar ahora es: ÀMand— Dios a Jesucristo con el prop—sito de salvar
tambiŽn a los reprobados?
La respuesta es obvia. Dios es demasiado
sabio para mandar a Cristo a salvar a los que no ha elegido. Dios mand— a
Cristo para salvar a los elegidos solamente.
La muerte de Jesœs garantiz— la salvaci—n
de todos los elegidos. Su muerte cumpli— todas las condiciones, tales como la
fe, la obediencia, el arrepentimiento y la perseverancia, de manera que el
hombre no contribuye en nada. La fe y la obediencia de los elegidos provienen
de la cruz, no del libre albedr’o de ellos.
Por lo tanto, la frase sacrificio eficaz significa que la cruz
cumpli— con el prop—sito para el cual se realiz—. Si decimos que un martillo es
eficaz, se entiende que introduce clavos en las tablas. Si decimos que un
detective es eficaz, se entiende que cumple bien con su trabajo. L—gicamente, no
podemos decir que una cosa es eficaz si no cumple con su prop—sito. Si perecen
algunos por los cuales Cristo muri—, no podemos decir que fue un sacrificio
eficaz.
Otro nombre para esta doctrina es redenci—n particular, o expiaci—n limitada, porque significa que
el sacrificio de Jesœs ten’a como prop—sito salvar a unos individuos en
particular, y no a toda la humanidad en general. En cambio; la doctrina de que
Cristo muri— con la intenci—n de salvar a toda la humanidad, se llama expiaci—n universal.
Antes de proceder con este estudio,
tenemos que clarificar un malentendido: La cuesti—n de la suficiencia de la
cruz para todos, nunca ha sido un punto de desacuerdo entre los cristianos. El
sacrificio de Cristo conten’a suficiente virtud y poder para salvar hasta un
universo lleno de pecadores, incluso al diablo y todos los demonios,... si esa
hubiera sido la intenci—n del Padre. La cruz no es limitada en su poder salv’fico.
Esta cuesti—n trata con dos preguntas
inseparables: ÀPor quiŽnes vino Cristo a morir? Y, ÀquŽ efecto ten’a su sacrificio
en ellos?
Es importante porque se centra en nuestra
seguridad de la salvaci—n. Si la salvaci—n en parte depende de lo que el hombre
contribuye, entonces no podemos tener ninguna seguridad de la vida eterna. Si
la fe y la obediencia de los elegidos se atribuyen a la voluntad humana, y no a
la eficacia de la cruz, entonces Cristo es un salvador a medias. En tal caso,
no merece toda la gloria.
Antes de la Reforma, los que ense–aron
que Cristo vino solamente por los elegidos fueron llamados eruditos johanian, porque se basaban mucho en el Evangelio de San
Juan. TambiŽn se llamaban agustinianos
porque San Agust’n, del siglo V, fue uno de los te—logos que ense–aba de manera
sistem‡tica las doctrinas de la gracia. La doctrina correcta que ellos
ense–aban acerca de la redenci—n, puede ser deducida por las siguientes
consideraciones:
¥ Cristo
vino para cumplir con la voluntad del Padre.
Porque he descendido del cielo, no para
hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envi—. Juan 6:38
¥ La voluntad del Padre era de salvar solamente a los que le dio.
Y esta es la voluntad del Padre, el que
me envi—: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite
en el d’a postrero. Juan 6:39
Hab’a cumplido con Žxito la obra que el Padre le hab’a dado.
Yo te he glorificado en la tierra; he
acabado la obra que me diste que hiciese. Juan 17:4
La conclusi—n l—gica es que Cristo vino a
salvar los que el Padre le dio, no al mundo entero, y que cumpli— con este
prop—sito. Su ministerio no fue un intento a medias frustrado de salvar a los
que pudiera. Su cometido fue cumplido en forma total.
En este cap’tulo Jesœs revela que vino
para dar su vida por las ovejas. ...y pongo mi vida por las ovejas. v.15
Durante un culto cristiano,
un hermano se levant— y testific— que el Se–or le hab’a cambiado de cabra a
oveja. Sus intenciones eran buenas, pero la ilustraci—n ten’a un defecto: Las cabras
nunca cambian a ovejas ni las ovejas en cabras. Son especies diferentes. Muchas
desgracias les pueden pasar a las ovejas. Pueden perderse, ensuciarse, ser
robadas, heridas o morir. Pero nunca cambian a cabras.
En esta ilustraci—n la limitaci—n y la
eficacia del sacrificio de Cristo se revelan. Primero, Jesœs percibe a las
ovejas como suyas antes de que viniera para salvarlas. Yo he venido para que
tengan vida..., v.10. Suyas eran. Pero estaban muertas.
Adem‡s, Cristo comunic— su vida a las
ovejas a travŽs del sacrificio de su vida por ellas. ...el buen pastor da su
vida por las ovejas, v.11.
Notemos que Cristo nunca dice: ÒYo vine para dar mi vida tanto por las cabras
como por las ovejasÓ.
Pero, Àno tienen las ovejas que creer?
Cierto. Sin embargo, la fe no es la causa para que sean ovejas. La fe es un resultado de ser oveja, no la causa. Veamos vers’culo 26:
...pero vosotros no creŽis, porque no
sois de mis ovejas...
Miremos cuidadosamente a este vers’culo.
Jesœs no ense–a aqu’ que somos ovejas porque creemos. Dice que creemos porque
somos ovejas. La fe es dada a las ovejas de Dios. No es la fe que las hace
ovejas.
Subraya Packer:
El poder salv’fico de la
cruz no depende de que la fe sea a–adida a ella; este poder salv’fico es tal
que la fe fluye de ella[1].
Finalmente, la vida eterna es dada a las
ovejas, (vers’culo 28). No es por recibir la vida eterna que se hacen ovejas,
pues ya eran ovejas.
ÀQuŽ determina que algunos sean ovejas y
a otros no? ÀSu propia fe? ÀSu libre albedr’o? No. Son ovejas por decreto electivo del Padre.
La frase de Jesœs, los que el Padre me dio se cita a menudo en Juan, y contesta a la
pregunta central, Àpara salvar a quiŽnes vino Cristo?
Sigue con tu Biblia el an‡lisis de los
vers’culos siguientes:
Se puede sacar de este texto ciertas
conclusiones t’picas de todo el Evangelio de San Juan.
Primero, pertenecimos a Dios Padre por un
decreto divino, antes de pertenecer a Cristo. Todo lo que el Padre me da,
vendr‡ a m’, v.37. Esta frase, los que el Padre me da es la clave para
entender todo el Evangelio de San Juan. Dios entreg— a Cristo ciertas personas
como obsequios, para que Cristo los salve. No mand— el Salvador para salvar a
los que pudiera, sino solamente a los que el Padre le dio.
Segundo, todos los que el Padre le dio,
vendr‡n a Cristo. ÀC—mo vendr‡n? El Padre los traer‡ (v.44). No vendr‡n por su
propia cuenta, porque no pueden.
Tercero, la voluntad del Padre determina
todo. Cristo sabe que la voluntad del Padre se cumplir‡. En el vers’culo 39,
Cristo indica el contenido de esta voluntad: Que de todo lo que me diere, no
pierda yo nada, sino que lo resucite en el d’a postrero. Es imposible que alguno
de los que el Padre dio a Cristo se pierda, porque una voluntad irresistible
cumpli— la salvaci—n de ellos gracias a un salvador infalible.
Con tŽrminos similares, Packer subraya,
Cristo no gan— una salvaci—n
hipotŽtica para creyentes hipotŽticos, una mera posibilidad de salvaci—n para
quien posiblemente crea, sino una salvaci—n real para su propio pueblo escogido[2].
El vers’culo 44 es un resumen de todo el
discurso de Jesœs en este pasaje, y merece atenci—n especial. Contiene casi
todas las doctrinas de la gracia que estamos estudiando.
Ninguno puede venir a m’, si el Padre que
me envi— no le trajere; y yo le resucitarŽ en el d’a postrero.
En una sola frase brillante, Jesœs
declara varias doctrinas de la gracia:
¥ Que el hombre es totalmente incapaz de escoger a Cristo por su
propia iniciativa, incapacidad total humana.
¥ Que es el poder del Padre solamente el que trae a los hombres a
Cristo y que el Padre vence la
resistencia natural del pecador, llamada
eficaz.
¥ Que todos los que el Padre trae, son invariablemente salvados y
preservados hasta la resurrecci—n de los justos, regeneraci—n soberana y
seguridad de los elegidos[3].
An‡lisis de Juan 17
Esta oraci—n sacerdotal de Jesœs, antes
de ir a la cruz, nos revela mucho en cuanto a las intenciones de Dios a mandar
a Cristo a la tierra. ÀCu‡les eran estas intenciones? Las cumpli— Cristo en
parte o en su totalidad?
v.2 - Cristo tiene toda potestad sobre
todos. Esto indica que la carnalidad humana no se puede resistir la voluntad de
Cristo. De acuerdo con la voluntad del Padre, Cristo da la vida eterna a todos
los que el Padre le ha dado. La frase clave los que me diste se repite siete
veces en este cap’tulo.
v.4 - Cristo cumpli— con la obra que el
Padre le dio. Algunos han preguntado, ÀPor quŽ Cristo no salv— al mundo entero?
Si Žsa hubiera sido la obra que el Padre le encarg—, la habr’a cumplido.
v.6 - Cristo manifiesta al Padre
solamente a quienes el Padre le dio.
v.9 – Si Cristo vino a salvar al
mundo entero, Àpor quŽ no or— por todos? Pero se neg— a orar por todo el mundo.
Or— por los elegidos solamente.
v.11 - Cristo ruega que el Padre preserve
a los que le dio. ÀContesta el Padre a las oraciones de Jesœs? (Ver Juan 11:41)
v.12 - Ninguno de los que Cristo guarda,
se pierde. ƒl guarda a todos los que el Padre le dio. ÀHablaba de los doce
disc’pulos solamente? (v.20) Guardados del mal (v.15), santificados (v.17),
enviados al mundo (v.18), unidos en Dios (v.21), la gloria de Dios en ellos (v.22),
estar siempre con Cristo (v.24).
v.23 - El amor particular de Dios para
los elegidos. Dios ama a los elegidos, igual como Cristo.
v.24 - Cristo or— para que aquŽllos que
el Padre le dio, estŽn con Žl para siempre.
Si creemos que la intercesi—n de Cristo
es eficaz, entonces los elegidos recibir‡n del Padre estos beneficios por los
cuales Cristo or—.
Somos un obsequio del Padre a Cristo.
Dios mand— a Jesœs con el prop—sito de asegurar la salvaci—n de todos los que
el Padre le dio. Cristo provey— una redenci—n cierta y eficaz por su muerte en
la cruz y por su ministerio de intercesi—n.
Con su poder irresistible, el Padre trae
a los elegidos a Cristo. Los regenera y los preserva infaliblemente para su gloria.
Pablo afirma, sin ambigŸedad alguna, la
imposibilidad de que se pierda alguien por quien Cristo muri—, pues la cruz es
sacrificio eficaz. Veamos en Romanos 8:32-34:
El que no escatim— ni a su propio Hijo,
sino que lo entreg— por todos nosotros, Àc—mo no nos dar‡ tambiŽn con Žl todas
las cosas? 33 ÀQuiŽn acusar‡ a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
34 ÀQuiŽn es el que condenar‡? Cristo es el que muri—; m‡s aœn, el que tambiŽn
resucit—, el que adem‡s est‡ a la diestra de Dios, el que tambiŽn intercede por
nosotros.
Con su poder
irresistible,
el Padre trae a los
elegidos a Cristo.
Segœn vers’culo 32, los beneficios del
sacrificio de Cristo alcanzan invariablemente a aquellos por los cuales Cristo
fue entregado. La frase todos nosotros
se entiende en el contexto como todos los creyentes. Se refiere a los
predestinados, llamados y justificados (v.30); a los que tienen el favor de
Dios (v.31); a los elegidos (v.33); a los que no son condenados (v.34); a los
que Dios ama y preserva (v.35-39).
En vers’culo 33, Pablo indica que Dios no
recibe acusaciones en contra de sus elegidos porque los justifica, ya que
Cristo muri— por ellos.
En vers’culo 34, es imposible que se
condenen aquellos por los cuales Cristo muri—, resucit— e intercede.
Por este texto vemos que el concepto del
sacrificio eficaz no es una fantas’a filos—fica, ni fruto de razonamientos
teol—gicos. Es una doctrina que Pablo expresa sin la menor ambigŸedad.
Imag’nese estar de pie frente a una casa
con un plano arquitect—nico en la mano. La casa es bonita. La estructura es
l—gica. Todo es funcional y normal.
Pero la casa no corresponde con el plano.
Las ventanas son diferentes. La puerta est‡ en otro lado. Es obvio que el plano
es para otra casa.
El Antiguo Testamento es el plan de la
redenci—n divina, y se cumple en el Nuevo Testamento. Podemos estudiar la
redenci—n en dos perspectivas: Estudiando las historias del Antiguo Testamento,
podemos predecir quŽ clase de redenci—n veremos en el Nuevo. O, por estudiar el
Nuevo Testamento, podemos predecir quŽ clase de historias veremos en el
Antiguo.
Supongamos que la redenci—n b’blica fuera
como lo siguiente:
Dios quiso salvar a todos.
Mand— a Cristo a morir en la cruz por ellos. Esto cre— un pacto de gracia para
todos los que quieren entrar por su libre albedr’o. Al creer, entran en el
pacto donde tienen la salvaci—n garantizada, a condici—n de que sigan
contribuyendo con su buena voluntad y obediencia evangŽlica.
ÀEs as’ la redenci—n b’blica? Al existir
esta posibilidad, debemos leer en el Antiguo Testamento lo siguiente: Dios am—
a todas las naciones, y quiso hacer pacto con todas ellas. Sacrific— un cordero
para que las naciones que tienen buena voluntad puedan entrar por su libre
albedr’o. Mand— profetas por el mundo entero, a los romanos, chinos, aztecas,
etc., invit‡ndolos a entrar en su pacto. Pero el œnico pueblo que quiso entrar,
fue un pueblito amable, generoso, lindo y muy obediente, llamado los jud’os.
ÀEs este el plan de redenci—n que vemos
tipificado en el Antiguo Testamento?
ÀQuŽ leemos realmente en el Antiguo
Testamento? Vemos que todas las naciones estaban perdidas en la idolatr’a y
depravaci—n. Sin embargo, Dios escogi— a un pueblo por pura elecci—n soberana.
Estos eran los jud’os. Lo hizo por su gracia, no a causa de mŽritos ni
obediencia previstos en ellos. Dios hizo con ellos un pacto. Para ratificar ese
pacto, instituy— el sacrificio de un cordero. Este sacrificio sirvi— para ellos
solamente, y no para ninguna otra naci—n. Por medio de este sacrificio, Dios
hizo aceptable al pueblo elegido.
Por este esquema de arriba, podemos
deducir la clase de redenci—n que se debe encontrar en el Nuevo Testamento.
Dios tiene un pueblo elegido por su gracia, sin mŽritos previstos en ellos.
Dios hizo pacto con sus elegidos, y mand— a Cristo para confirmar este pacto,
con el sacrificio de s’ mismo. Por medio de este sacrificio, Dios salv— a todos
los elegidos.
ÀCu‡l de estos dos esquemas es b’blico?
Notemos el orden de eventos: Primero, Dios eligi— a un pueblo para s’. Luego,
hizo un pacto eterno con ellos. Y finalmente provey— un sacrifico para
confirmar el pacto y santificar a estos. Si el sacrificio sirvi— para confirmar
un pacto con sus elegidos y santificarlos, entonces el sacrificio no es
universal, sino particular.
Porque esto es mi sangre del nuevo pacto
que por muchos es derramada para remisi—n de los pecados. Mateo 26:28
El sacrificio de Cristo
es
particular, no
universal.
La palabra muchos no quiere decir ÔtodosÕ. La sangre que derram— Cristo era pacto
en mi sangre. Si solamente los
elegidos participan en el pacto, y si Cristo derram— su sangre para confirmar
el pacto, entonces Cristo muri— s—lo por los elegidos.
Cu‡nto m‡s la sangre de Cristo...limpiar‡
vuestras conciencias de obras muertas para que sirv‡is al Dios vivo? As’ que,
por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la
remisi—n de las transgresiones que hab’a bajo el primer pacto, los llamados
reciban la promesa de la herencia eterna. Hebreos 9:14-15
Cristo es
mediador del nuevo pacto para los que son llamados a ello. Note aqu’ la llamada
eficaz. Su sangre limpia las conciencias de ellos, y reciben la promesa de una
herencia eterna. El poder y la limitaci—n de su sacrificio se ven claramente
expresados aqu’. Muri— para garantizar la limpieza de todos los llamados a una
herencia eterna.
Jesucristo es nuestro Sumo sacerdote. El
ministerio del sacerdocio jud’o consist’a en dos actividades: Primero, ofrecer
sacrificios por los pecados del pueblo. Segundo, interceder por ellos, en base
de los sacrificios ofrecidos.
Hab’a pues, una ligadura inseparable
entre el sacrificio ofrecido, y las personas por las cuales el sacerdote
interced’a. Nunca interced’a por alguien sin hacer sacrificio por Žl. Nunca se
hizo sacrificio por alguien sin interceder por Žl.
Supongamos que fueras transportado en el
tiempo hace 2.500 a–os atr‡s. Al entrar en el templo de JerusalŽn para mirar
los ritos, observas que frente al altar un sacerdote est‡ degollando un cordero.
Le preguntas: —Se–or sacerdote, Àpor quŽ mate ese cordero?— El
sacerdote contesta: —Porque tengo que entrar al altar para interceder por
una familia que ha pecado. Jehov‡ no me permite entrar sin la sangre del
cordero—. Al instante comprendes que el cordero fue sacrificado por esa
familia.
Supongamos ahora, que regresas al d’a
siguiente, pero llegas tarde. El cordero ha sido sacrificado y el sacerdote ya
est‡ en el templo orando. Te preguntas, ÒÀPor quiŽnes fue sacrificado este
cordero? Supongo que nunca lo sabrŽ, porque el sacerdote ya entr— en el
temploÓ.
De repente piensas, ÒSi puedo o’r al
sacerdote orando, sabrŽ por quienes fue sacrificado el corderoÓ. R‡pido, corres
detr‡s del tabern‡culo y acerca el o’do a la pared. Oyes al sacerdote que dice:
ÒSe–or, perdona los pecados de la familia de Jos’as, y ten misericordia de
ellosÓ. Ya sabes que el cordero fue inmolado por la familia de Jos’as, porque
sabes que el sacerdote s—lo intercede por quienes fue sacrificado el cordero.
ÀC—mo corresponde esto al ministerio de
nuestro sumo sacerdote, Jesucristo? Vamos a la pared a escuchar otra vez. Pero
esta vez, no estamos escuchando a un sacerdote humano, sino a Jesucristo mismo,
en su ministerio de intercesi—n:
Yo ruego por ellos; no ruego por el
mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, Juan 17:9
Si Cristo muri— con la intenci—n de
salvar a todos, Àpor quŽ no or— por todos? Pero si intercede por algunos, es
porque su sacrificio fue eficaz solamente para ellos.
Jur— el Se–or, y no se arrepentir‡, Tœ
eres sacerdote para siempre...Por tanto, Jesœs es hecho fiador de un mejor
pacto. Hebreos 7:21-22
Los razonamientos teol—gicos no son las
œnicas evidencias disponibles para comprobar nuestra doctrina. Las Escrituras declaran
que Cristo vino a salvar:
A su
pueblo: ...y llamar‡s su nombre Jesœs, porque Žl salvar‡ a su pueblo de sus
pecados. Mateo 1:21
A las
ovejas: Éy pongo mi vida por las ovejas. Juan 10:15
A su iglesia:
...la
iglesia del Se–or, la cual Žl gan— por su propia sangre. Hechos 20:28
A los
elegidos: ÀQuiŽn acusar‡ a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. Romanos 8:32-33
A los
que participan en el pacto: ...es mediador de un nuevo pacto para que...los llamados reciban la
promesa de la herencia eterna. Hebreos
9:15
A
aquellos por los cuales intercede: ...no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos
son, Juan 17:9
A los
que el padre le dio: De los que me diste, no perd’ ninguno. Juan 18:9
Dado que algunos ser‡n eternamente salvos,
y otros no, tiene que haber alguna limitaci—n en el sacrificio de Cristo. De
otra manera, todos ser’an salvos.
Todo cristiano evangŽlico cree, por lo
tanto, en un sacrificio limitado de Cristo. Pero diferimos respecto a los
par‡metros del mismo.
ÀDepender‡ la eficacia de la cruz de la
acci—n cooperativa del hombre? O, ÀDepender‡ la acci—n cooperativa del hombre
de la eficacia de la cruz? Si fuera el primero, el poder de la cruz ser’a
limitado y el sacrificio no ser’a eficaz ni completo.
En cambio, si los beneficios de la cruz
llegan infaliblemente a todos aquellos por los cuales Cristo se
entreg—, es claro que fue para algunos solamente y garantiza la cooperaci—n de
aquellos. Es un sacrificio digno de confianza porque resulta en una seguridad
de salvaci—n absoluta. Reflexiona el autor Kenneth Craig:
La cruz, libre para atraer
por su propio poder, permanece como el im‡n de las almas de los hombres[4].
Pues me propuse no saber entre vosotros
cosa alguna sino a Jesucristo, y a este crucificado. 1Corintios 2:2
Para los que han entendido por primera
vez la doctrina del sacrificio eficaz, se presenta un problema. Se sienten
restringidos al decir a un incrŽdulo, Cristo muri— por ti. Y tienen raz—n. Es
una restricci—n. Si no podemos andar diciendo a la gente sin discriminaci—n, ÒCristo
muri— por tiÓ, quŽ pues debemos decirles?
Anota Packer esta tensi—n:
Deseamos magnificar la
gracia salvadora de Dios y el poder salv’fico de Cristo. As’ declaramos que el
amor redentor de Dios se extiende a todos, y que Cristo muri— para salvar a
todos, y proclamamos que la gloria de la misericordia divina se mide por estos
hechos. Y luego, a fin de evitar el universalismo, tenemos que desvalorizar
todo lo anterior, explicarlo que, despuŽs de todo, nada de lo que Dios y Cristo
han hecho puede salvarnos, a menos que a–adamos algo a ello. El factor decisivo
que realmente nos salva es nuestra propia fe. Sin querer, insinuamos que Cristo
nos salva con nuestra ayuda; o m‡s bien, que nosotros nos salvamos a nosotros
mismos con la ayuda de Cristo. Esto suena vac’o[5].
La respuesta a este dilema es una bella
paradoja. El prop—sito de nuestra doctrina no es limitar nuestra predicaci—n,
sino provocarnos a enfocar nuestra predicaci—n en el poder de la cruz, donde Cristo derram— su sangre como el cordero de
Dios para perdonar el pecado de sus elegidos.
Tenemos en la cruz una salvaci—n segura, un
salvador soberano que salva hasta lo œltimo, que causa una reconciliaci—n total
con un Dios infinitamente santo, que perdona todo pecado, que nos incorpora en
un pacto eterno y una cruz que nos preserva hasta la gloria. As’ predicaron los
ap—stoles.
En cambio, la doctrina de expiaci—n
universal tiene contradicciones serias, que pueden causar que una persona
pensante rechace el evangelio.
Primero, si Cristo muri— con intenci—n de
salvar a todos, entonces, no cumpli— con el m‡s m’nimo porcentaje de su intenci—n.
Es un salvador con poco Žxito. ÀC—mo se podr’a confiar en tal salvador?
Segundo, no se podr’a predicar que la
cruz es poderosa, si fuera el hombre, y no Dios, quien la hace funcionar.
Tercero, no se podr’a predicar de un Dios
soberano, si Žl es impotente para salvar a los que desea salvar.
Finalmente, no existir’a en tal cruz
ninguna seguridad de salvaci—n para nadie, porque no contendr’a ningœn don de
perseverancia. Si tal perseverancia proviene de los esfuerzos del cristiano, y
no de la cruz, tendr’amos un evangelio de mŽritos.
Un incrŽdulo inteligente, al o’r que
Cristo muri— para salvar a todos, pero que pocos ser‡n salvos, concluir‡ al
instante que no est‡ oyendo de un salvador soberano. Entender’a que tal cruz no
tiene poder en s’ misma para convertir, preservar y glorificar a nadie.
Afortunadamente, la mayor’a de la gente no es tan reflexiva. No se dan cuenta
de las contradicciones en la predicaci—n moderna. Dios usa tal predicaci—n de
todos modos, para salvar a sus elegidos.
Cuando prediques la cruz, di que Jesœs es
un salvador eficaz. Su cruz garantiza una salvaci—n segura para todo creyente.
Es la certeza de la perfecci—n futura. Expl’cales que las palabras finales de
Cristo, consumado es, significan una
salvaci—n completa a la cual no se puede contribuir con nada. Todo es por
gracia.
Pregunta 1: El concepto de propiciaci—n para todo el mundo parece ser pregonado
en 1Juan 2:2:
Y Žl es la propiciaci—n por nuestros
pecados; y no solamente por los nuestros, sino tambiŽn por los de todo el mundo.
ÀNo refuta esto el concepto de un sacrificio limitado para los elegidos?
Este vers’culo es considerado el baluarte
de la doctrina de la expiaci—n universal.
Explica, supuestamente, que la muerte de Cristo expi— no s—lo los pecados de
los cristianos, sino tambiŽn de todos los perdidos. La palabra nuestro, se refiere a todos los cristianos,
y todo el mundo, se refiere a todos los perdidos.
Depende de las reglas de interpretaci—n
b’blica, si esta interpretaci—n es correcta o no.
Primero, hay que definir exactamente las
palabras dadas. ÀQuŽ significa la palabra propiciaci—n?
Significa Ôapaciguar la iraÕ. Es usada unas cinco veces en el Nuevo Testamento
para indicar que la ira de Dios se apacigua respecto al pecado. Segœn 1Juan 2:2,
la ira de Dios est‡ apaciguada.
Pero si la ira de Dios est‡ apaciguada para
todos en el mundo entero, ÀquŽ de los cientos de vers’culos en toda la Biblia
que hablan de la ira de Dios hacia los pecadores? ÀQuŽ de la ira de Dios en el
Apocalipsis, que se derramar‡ sobre todo el mundo? El sacrificio de Cristo no
apacigu— la ira de Dios hacia todo el mundo, porque de otro modo nadie ser’a
condenado.
La palabra propiciaci—n se usa en Romanos 3:25 para mostrar que la ira de Dios
est‡ apaciguada solamente hacia los que son justificados por la fe en Cristo.
En 1Juan 2:2, el ap—stol est‡ diciendo
que la ira de Dios es apaciguada hacia los hermanos a los cuales escribe, y
tambiŽn hacia todos los hermanos en el mundo entero. Otra interpretaci—n nos
gu’a inevitablemente a la conclusi—n de que todos ser‡n salvos, porque Dios no
est‡ enojado con nadie.
Segundo, ÀquiŽnes eran estos hermanos a los cuales Juan escribi—? Esta
ep’stola se dirige a los cristianos jud’os. Esto no se puede negar, porque en
G‡latas 2:9, vemos que Juan era un ap—stol para los jud’os. Adem‡s, en 1Juan 2:7
leemos de un mandamiento divino que los oyentes ten’an desde el principio. S—lo
los jud’os ten’an mandamientos de Dios, no los gentiles.
Los Hechos de los Ap—stoles nos indica
que los jud’os cristianos del primer siglo tend’an a olvidar que los creyentes
gentiles eran aceptados en Cristo igual que ellos. Se sent’an superiores debido
a su ancestro jud’o. Juan, en esta ep’stola, les declara que Cristo muri— por
los hermanos esparcidos en el mundo entero, igual como por los creyentes jud’os.
Sigue abajo un an‡lisis del uso b’blico
de las palabras mundo y todo el mundo, para comprobar que no se
significan Ôtodo ser humanoÕ:
¥ Creyentes en el mundo: Lu 2:1; Jn 12:19
¥ IncrŽdulos en el mundo: Jn 15:18; 16:20; 17:14; 2Ped 2:5; 1Jn 5:19;
Apoc 3:10; 13:3; 16:14
¥ El universo: Hch 17:24
¥ Gente de varias clases en el mundo: Jn 1:29; Jn 1:10
¥ El pœblico en general: Jn 7:4; 12:19; 14:22
Entre las 105 veces que San Juan usa la
palabra mundo en sus escritos, en
s—lo 11 casos es posible que signifique todo ser humano. Incluso en estos
casos, tal interpretaci—n es dudosa. La regla b‡sica de interpretaci—n de las
palabras b’blicas consiste en que el significado mayor de una palabra es el
correcto en cualquier vers’culo, si el contexto no obliga a otra
interpretaci—n.
Pregunta 2: Existen textos que usan la palabra todos, refiriŽndose al sacrificio de Cristo. Ejemplos: el cual quiere que todos los hombres sean
salvos y vengan al conocimiento de la verdad...el cual se dio a s’ mismo en
rescate por todos... 1Timoteo 2:4,6 Otros
son: Hebreos 2:9 y 2Corintios 5:14-15. ÀC—mo concuerda esa palabra con la idea
del sacrificio eficaz para los elegidos?
Nunca hemos negado la suficiencia te—rica
de la cruz del Calvario para salvar a toda la humanidad. Lo œnico que hemos
negado es que Žsta fuera la intenci—n divina. Sin embargo, es f‡cil mostrar que
la frase todos y todos los hombres, en los textos arriba mencionados, no significan Ôtoda
la humanidad sin excepci—nÕ. Enfoquemos mayormente en 1Timoteo 2:4,6 porque los
mismos argumentos que usamos para este texto son v‡lidos tambiŽn para los dem‡s
textos.
La
palabra todos los hombres en este
caso quiere decir, Ôtodos sin distinci—n
de clase o razaÕ, no Ôtodos sin excepci—n
de personaÕ. El contexto y un estudio de esta frase a travŽs de la Biblia lo
confirma.
La frase todos los hombres aparece cientos de veces en la Biblia. En menos
del 10% de los casos, puede decir Ôtodo ser humano que ha existidoÕ.
Normalmente quiere decir: Ôtoda clase de genteÕ.
Un ejemplo de esto es Tito 2:11, Porque la gracia de Dios se ha manifestado
para salvaci—n a todos los hombres. Al momento en que Pablo escribi— esto,
la gracia de Dios no hab’a sido manifestada a todos los hombres. ÀEstaba Pablo
exagerando? No. Simplemente dec’a que el evangelio es universal, y que
transciende los l’mites de culturas y razas. Dios tiene elegidos entre las
naciones tambiŽn, no solamente entre los jud’os.
Otro ejemplo es Hechos 2:17, DerramarŽ de mi Esp’ritu sobre toda carne...
En el d’a de PentecostŽs, no toda la humanidad recibi— el Esp’ritu. Toda clase de gente, sin distinci—n de edades
o estado social.
ÀExiste algo en el contexto de 1Timoteo Cap’tulo
Dos, donde indica que debemos ignorar 90% de las evidencias b’blicas respecto
al uso de la frase todos los hombres?
Al contrario, el contexto muestra limitaciones muy estrechas respecto a este
vers’culo. Notemos vers’culos 1 y 2, ...oraciones...por
todos los hombres; por los reyes y por todos los que est‡n en eminencia...
Pablo tiene en mente a las autoridades civiles. Dios tambiŽn tiene un pueblo
elegido entre los reyes y los nobles. Los hermanos jud’os como Timoteo, no
ten’an el h‡bito de orar por reyes paganos.
Pablo revela en el vers’culo 7, que tiene
en mente tambiŽn a los gentiles cuando dec’a todos los hombres en el contexto.
El mensaje del cap’tulo es que Dios quiere salvar gente de toda clase, algunos
reyes, y no solamente a los pobres. A algunos gentiles y no jud’os solamente.
Nada en el contexto confirma que Dios quiere que todo ser humano sea salvo.
Sigue a continuaci—n un estudio breve
sobre el uso b’blico de las palabras todos
y todo hombre:
¥ Todos los creyentes: 3Jn 12; Hch 17:31; Hch 2:45; 1Cor 7:7; Rom 16:19
¥ Todos los incrŽdulos: Lu 21:17; Apoc 19:18; 2Tim 4:16
¥ Gente de toda clase: Es decir, gente sin excepci—n de clase,
pero no sin excepci—n de persona. Mc 1:37; Lu 3:15; Jn 3:26; 13:35; Hch 2:17;
21:28; 2Co 3:2; 2Tim 4:16; Ti 2:11
¥ Todos los presentes: Mc 5:20; Hch 4:21; 20:19; 20:26
Pregunta 3: Si
el sacrificio eficaz es la doctrina correcta, entonces ÀNo es Dios insincero al
ofrecer la salvaci—n a todos en base del sacrificio de Jesœs?
Esta pregunta contiene presuposiciones:
¥ Que el evangelio es una oferta solamente, y no tambiŽn un
mandamiento con autoridad.
¥ Que es ofrecido a todos los hombres.
¥ Que es una condici—n de salvaci—n creer que Jesœs muri—
personalmente por nosotros.
Estas presuposiciones son algo
defectuosas. ÀPor quŽ?
El evangelio no es una oferta solamente,
sino tambiŽn un mandamiento de arrepentimiento. As’ que, arrepent’os y
convert’os para que sean borrados vuestros pecados...Hechos 3:19
En nuestro siglo, se predica un Dios
pasivo, esperando humildemente que responda el libre albedr’o del hombre. Dios
presenta su caso frente al orgullo humano y ofrece el evangelio al gusto del
hombre como si fuera algœn producto en el mercado. Verdad que debemos invitar a
la gente que vengan a Cristo, y hacerlo con compasi—n. Pero a la vez, cuidemos
de no ahogar la autoridad de nuestro Se–or soberano con una inundaci—n de
sentimentalismo moderno y de presuposiciones humanistas. Por ejemplo:
¥ Dios nunca ha ofrecido el evangelio a
toda la humanidad.
La mayor’a de la humanidad ya ha muerto
sin haber o’do de Jesucristo. Frente a esta realidad, es dif’cil explicar por
quŽ Dios, siendo soberano, mand— a Cristo a morir por todos y luego ocultar a
muchos el conocimiento de ello.
¥ Creer que
Jesœs muri— por uno, no es una condici—n de salvaci—n.
ÀD—nde dice en la Biblia que es necesario
creer que Cristo muri— personalmente por uno como condici—n de salvaci—n? ÀQuŽ
ap—stol predic— esto a algœn incrŽdulo? Es verdad que predicaron a Cristo
crucificado. Pero nunca predicaron que uno tiene que creer que Cristo muri— por
uno a fin de ser salvo.
Dios no requiere un entendimiento del
sacrificio de Cristo como condici—n de salvaci—n. Simplemente requiere que
creamos en Žl. La œnica condici—n es la fe en Cristo. Un entendimiento de la
expiaci—n del Se–or es para los que ya son salvos.
Tenemos que evitar imponer condiciones
sobre la gente que Dios no requiere. El evangelio b’blico es sencillo, bello,
suficiente y eficaz. ÁPrediquŽmoslo como tal!
Preguntas
para repasar: Sacrificio eficaz
1. Verdadero o
Falso:_____ La muerte de Cristo cumpli— todas las condiciones de salvaci—n por
los elegidos, excepto la fe y la obediencia.
2. Otros
nombres para nuestra doctrina son _______ ________o __________.
3. La
expiaci—n universal significa que
Cristo muri— por: (Marque uno)
A.
Los elegidos solamente
B.
Toda la humanidad
4. La
expiaci—n particular significa que Cristo muri— por: (Marque uno)
A.
Los elegidos solamente
B.
Toda la humanidad
5. Explica en tus
propias palabras por quŽ esta doctrina es importante.
______________________________________________________________
6. Verdadero o
Falso:_____ Conversi—n a Cristo significa que Dios cambia cabras a ovejas.
7. Cristo
vino a dar su vida por las _____________, segœn Juan 10.
8. ÀC—mo
comunic— Cristo su vida a las ovejas?
9. Verdadero o
Falso:_____ La fe de los creyentes es resultado de ser ovejas, no la causa de
que sean ovejas.
10. Verdadero
o Falso:_____ Nos hacemos ovejas del Se–or a recibir la vida eterna.
11. Llegamos
a ser ovejas del Se–or por: (Marque uno)
A. Una decisi—n de nuestro libre albedr’o.
B. Por nuestra fe en Cristo.
C. Por un decreto eterno de Dios el Padre en
darnos a Cristo.
12. La
frase clave para entender el Evangelio de San Juan es ________________.
13. Verdadero o Falso:_____
Pertenecimos a Dios el Padre por un decreto divino, antes de pertenecer a
Cristo.
14. Un
an‡lisis de Juan 6:37-45,65 nos revela tres verdades importantes. Estas son:
A.____________
B.____________
C.____________
15. ÀCu‡les de
nuestras doctrinas de la gracia son comprobadas por Juan 6:44? ______________________________________________________________
16. ÀEn quŽ cap’tulo de la
Biblia se encuentra la oraci—n sacerdotal de Jesœs antes de ir a la cruz? __________________________
17. Segœn
Juan 17, a quiŽnes da Cristo la vida eterna? _______________________
18. Cristo
cumpli— con: (Marque uno)
A.
Toda la obra que el Padre le dio.
B.
Parte de la obra que el Padre le dio.
C.
Lo que pudo, segœn la cooperaci—n de los hombres.
19. Cuando Cristo dijo que
preserva a todos los que el Padre le dio, estaba hablando de: (Marque uno)
A.
Los doce disc’pulos solamente.
B.
Todos los creyentes de todas las Žpocas.
C.
Los que se mantienen fieles por su libre albedr’o.
20. ÀLa gran
imposibilidad que Pablo expuso en Romanos 8:32-34 consiste en que?
______________________________________________________________
21. En Romanos 8:33, Pablo
indica que Dios no recibe acusaciones en contra de sus elegidos justificados
porque:
A. Dios solo justifica a los que sabe de
antemano van a ser fieles.
B. Cristo muri— por ellos
C. Son merecedores.
22. Verdadero o Falso:_____
Nuestra doctrina es producto de razonamientos teol—gicos solamente, porque no
est‡ expresada claramente en la Biblia.
23. El patr—n b’blico de la redenci—n
sigue tres pasos espec’ficos en los dos Testamentos. Estos son: ___________,
______________, _______________.
24. ÀDe
quiŽnes es Cristo mediador del nuevo pacto, segœn Hebreos 9:14-15?
______________________________________________________________
25. Los dos aspectos del
ministerio sacerdotal de Cristo, al igual que el de los sacerdotes jud’os en el
Antiguo Testamento son:
A.
__________________
B.
__________________
26. Verdadero o Falso:_____
Como fiel Sumo sacerdote, Cristo intercede solamente por aquellos por los que
hizo sacrificio.
27. Verdadero
o Falso:_____ Cristo intercedi— por la salvaci—n del mundo.
28. Llene
los espacios blancos siguientes:
A. Segœn Mateo1:21, Cristo muri— por
_______________.
B. Segœn Juan 10:15, Cristo muri— por
______________ .
C. Segœn Efesios 5:25, Cristo muri— por _______________.
D. Segœn Hebreos 9:15 Cristo muri— por
_______________.
E. Segœn Juan 17:9 Cristo intercede
por ______________.
29. La conclusi—n l—gica de
la doctrina de la expiaci—n universal, si fuera verdad, nos llevar’a
invariablemente a la conclusi—n de que ____________________.
30. El hecho de que no toda
la humanidad se salva, nos lleva a la conclusi—n de que la cruz tiene una de
dos limitaciones: (Marque uno)
A.
Limitaci—n de eficacia
B.
Limitaci—n de extensi—n
31. La
palabra propiciaci—n quiere decir
______________.
32. La
interpretaci—n correcta de 1Juan 2:2 es: (Marque uno)
A. Cristo apacigu— la ira de Dios hacia toda
la humanidad.
B. Cristo apacigu— la ira de Dios hacia
todos los creyentes en el mundo entero.
C. Cristo no apacigu— la ira de Dios hacia
nadie.
33. Verdadero o Falso:_____
La palabra mundo, o todo el mundo en la Biblia, normalmente
se refiere a todo ser humano que existe.
34. En
la Biblia las palabras todos o todos
los hombres, normalmente quiere decir:
A.
Todo ser humano que ha existido.
B.
Algunos seres humanos de toda clase.
C.
Todos los gentiles pero no todos los jud’os.
35. Verdadero o Falso:_____
La doctrina de la expiaci—n universal, en realidad contiene m‡s limitaciones
que la expiaci—n limitada.
Respuestas
a las preguntas: Sacrificio eficaz
1=F; 2=Redenci—n particular; Expiaci—n limitada;
3=B; 4=A; 5=Ver el texto 6=F; 7=Ovejas; 8=Dio su vida por ellas; 9=V; 10=F;
11=C; 12=Los que el Padre me dio; 13=V; 14=Primero, pertenecimos a Dios por un
decreto divino antes de pertenecer a Cristo; Segundo, todos los que el Padre le
dio, vendr‡n a Cristo; Tercero, la voluntad de Dios determina todo;
15=Incapacidad total humana; llamada eficaz; regeneraci—n soberana; seguridad
de los elegidos; 16=Cap.17; 17=Los que el Padre le dio; 18=A; 19=B; 20=Aquellos
por los cuales Cristo muri— pueden ser condenados; 21=B; 22=F; 23=Elecci—n, pacto,
sacrificio; 24=Por los llamados; 25=A. Sacrificio B. Intercesi—n; 26=V; 27=F;
28=A. Su pueblo, B. Las ovejas, C. Su iglesia, D. Los llamados, E. Los que el
Padre le dio; 29=Todos ser‡n salvos; 30=B; 31=Apaciguar la ira; 32=B; 33=F;
34=B; 35=V
ÀCu‡l iglesia es la verdadera? Esta pregunta
se oye a menudo cuando testificamos a la gente sobre la salvaci—n. Algunas se
declaran la œnica, fuera de la cual no hay Salvaci—n. Todas las sectas se
declaran la verdadera iglesia.
Un an‡lisis de los textos b’blicos nos
revela algo sorprendente. La iglesia de Cristo consiste en un organismo
invisible, no una organizaci—n visible. su formaci—n es espiritual, no
material. Ser miembro de una iglesia b’blica no es garant’a de ser miembro de
la verdadera iglesia de Cristo.
Igualmente, es posible ser miembro de una
iglesia local que no forma parte de la iglesia de Cristo, siendo a la vez
miembro de la verdadera iglesia de Cristo invisible. Todo esto puede parecer
confuso, hasta que analicemos lo que queremos decir con el t’tulo de este
art’culo.
La iglesia de Cristo
es un organismo invisible;
no una organizaci—n visible.
Y Žl mismo constituy— a unos, ap—stoles;
a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin
de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificaci—n
del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del
conocimiento del Hijo de DiosÉ Efesios 4:11-13
Primero, la iglesia de
Cristo tiene oficiales. Estos son ap—stoles, profetas predicadores, evangelistas,
pastores y maestros (v.11). Sirven para preparar a los cristianos para
ministrar a la humanidad, y llevar a los creyentes a la unidad de la fe con un
conocimiento preciso del Se–or Jesucristo (v.12-13). Es interesante notar que
en estos textos Pablo no menciona ni papas, ni cardenales, ni sacerdotes como
oficiales de la iglesia.
Sin embargo, ser’a un error suponer que
la iglesia de Cristo es principalmente una organizaci—n. Los vers’culos
siguientes indican una verdad de suprema importancia: La iglesia de Cristo es
un organismo, no una organizaci—n. Es un cuerpo, cuya œnica cabeza es Cristo.
...aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, Efesios 4:15 Nadie
tiene derecho de tomar para s’ este t’tulo.
La iglesia de Cristo consiste en todos
los que son salvos por la fe en Cristo. En Hechos 2:47 leemos:
Y el Se–or a–ad’a cada d’a a la iglesia
los que hab’an de ser salvos.
As’, se ve que todos los que son salvos,
y ellos solamente, forman parte de la iglesia de Cristo. En 1Corintios 1:2
leemos:
A la iglesia de Dios que est‡ en Corinto,
a los santificados en Cristo Jesœs, llamados a ser santos con todos los que en
cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Se–or Jesucristo, Se–or de ellos y
nuestro.
Segœn este texto, la iglesia de Dios
consiste en personas santificadas en Cristo, que fueron llamadas por Dios a una
vida santa, que oran en el nombre del Se–or Jesœs, y que reconocen su se–or’o.
Esto es distinto a una asistencia ocasional a los cultos con algunas pr‡cticas
religiosas.
Bajo esta perspectiva, podemos decir sin
recelo, que algunas personas son en realidad miembros del cuerpo de Cristo
aunque pertenecen a iglesias que no son b’blicas. Igualmente, existen otros que
asisten a iglesias donde el verdadero evangelio se predica, sin pertenecer a
Cristo. No todos los que participan en los cultos son regenerados. Algunos
participan por fuerza de voluntad, sin nunca haberse entregado al Se–or.
Jesœs aclar— en Juan 17 que los que le
pertenecen tienen vida eterna (v.2); conocen a Dios (v.3); reciben las palabras
de Dios (v.8); son odiados por el mundo (vers’culo); son santificados (v.17); y
unidos en amor (v.21-23). Estos solamente estar‡n con Žl en la gloria (v.24).
El car‡cter universal de la iglesia se ve
en las palabras de Jesœs en Juan l0:16:
TambiŽn tengo otras ovejas que no son de
este redil; aquellas tambiŽn debo traer, y oir‡n mi voz; y habr‡ un reba–o y un
pastor.
Los jud’os de la Žpoca de Jesœs cre’an
que solamente ellos pod’an ser salvos, no los gentiles. Aqu’ Jesœs indicaba los
que ten’a; otros adem‡s de los presentes, pero que formar’an un reba–o.
En el contexto, Jesœs indicaba que estas
ovejas son caracterizadas por su fe en Žl, (v.26), por o’r su voz (v.27); por
seguirle (v.27). Son preservados infaliblemente por el Padre, de manera que no
pueden perecer (v.28-29).
En un sentido legal, Dios percibe a la
iglesia universal de Cristo como unida en Cristo, justificada y aceptada
delante del Padre.
Sin embargo, el cuerpo de Cristo tiene
sus manifestaciones visibles en forma de iglesias locales que todav’a carecen
de la perfecci—n en el sentido pr‡ctico. Algunas iglesias tienen tantos
defectos en doctrina y en organizaci—n que nos preguntamos si realmente son
expresiones leg’timas de la iglesia del Se–or. Aunque deseamos evitar un esp’ritu
de cr’tica, es preciso tener un criterio claro para ayudarnos a distinguir
entre iglesias leg’timas e iglesias falsas.
La palabra de Dios nos da tal criterio,
lo cual vamos a estudiar ahora. Aunque ninguna iglesia cumple siempre con todos
estos puntos, por falta de madurez o de ense–anza, la iglesia debe procurar
alcanzar el ideal expuesto en la Biblia si quiere ser considerada como parte
leg’tima del cuerpo de Cristo.
Hemos organizado este criterio bajo
cuatro divisiones para facilitar el estudio: Pureza de doctrina, de
organizaci—n, de comportamiento y de culto.
Siempre habr‡n divergencias entre cristianos
sobre doctrinas menores; tales como la forma de bautizar, la manera mejor de
llevar el culto, etc. Pero ciertas doctrinas son esenciales al pensamiento
b’blico, de manera que la negaci—n de una de ellas es motivo para declarar a
una iglesia como doctrinalmente impura, y por lo tanto sin el derecho de
llamarse una expresi—n leg’tima del cuerpo de Cristo. Estas doctrinas
esenciales son: La infalibilidad de la Biblia como palabrade Dios y como
suficiente en toda cuesti—n de doctrina y pr‡ctica; La Santa Trinidad; La
deidad de Cristo, su nacimiento virginal, su muerte y resurrecci—n corporal y su
segunda venida; La salvaci—n por la gracia
sin mŽritos; El juicio eterno para pecadores y la felicidad eterna para
los creyentes[6].
Si un cristiano se encuentra en una
iglesia que niega cualquiera de estas doctrinas, debe separarse de ella.
Una asamblea leg’tima reconoce a
Jesucristo como la œnica cabeza de la iglesia universal. Rechaza toda
autoridad, sea religiosa o civil, que reclame el derecho para gobernar a todos
los cristianos en la tierra.
Tiene una pluralidad de ancianos (Hechos 14:23
y Tito 1:5). Los ancianos son los l’deres espirituales de la iglesia, tales
como pastores, evangelistas, misioneros, predicadores (Efesios 4:11-12). Ellos
gobiernan con autoridad, pero no son autoritarios (1Pedro 5:1-3). Apacientan a
la iglesia y la cuidan espiritualmente (Hechos 20:28). La iglesia no debe ser
gobernada por un solo hombre dictatorial y autoritario, que reina sobre todos
como un dictador protestante local. Tal iglesia es organizacionalmente impura.
La autoridad final en la iglesia reside
en los ancianos, y no en la congregaci—n. El reino de Dios no es una
democracia. Dios gobierna por los ancianos y no por votos de la congregaci—n.
El anciano es funcionario de Dios, no de la congregaci—n (Hechos 20:28; 1Tesalonisenses
5:12-13; Hebreos 13:17).
La iglesia local no tiene autoridad para
decidir por s’ sola cu‡l es la buena y sana doctrina. Las dificultades
doctrinales deben ser resueltas en el Concilio, que consiste en todos los
ancianos y misioneros asociados en la misma organizaci—n de iglesias. Los
decretos de tal Concilio son impuestos sobre las iglesias locales (Hechos 15:1-31
y 16:4).
Un ejemplo b’blico:
En la controversia del primer siglo
respecto a la circuncisi—n, es importante prestar atenci—n a lo que no hicieron: No escribieron a ninguna
autoridad eclesi‡stica para que decrete lo que es correcto. Tampoco dejaron a
cada congregaci—n decidir por voto lo que le conven’a. No anunciaron que la
verdad es cuesti—n de conciencia personal ni que cada cristiano tiene derecho a
su propia opini—n.
En la vida cotidiana de la iglesia, los
ancianos deben trabajar en la doctrina y la ense–anza, vigilando que la sana
doctrina se mantenga. Cuestiones controversiales que no pueden ser resueltas
por los credos de la iglesia, se deben presentar al Concilio de Ancianos.
Aunque algunas iglesias evangŽlicas
carecen de pureza organizacional, esto en s’ no es motivo para separarse de
ellas. Unas no han recibido ninguna instrucci—n en organizaci—n b’blica, pero
sirven al Se–or con buen coraz—n. Cuestiones organizacionales no son tan
importantes como cuestiones de doctrina o de pureza moral. Pero si la conducta
de los l’deres es autoritaria hasta el punto en que obstaculizar el desarrollo
espiritual de un cristiano, entonces puede ser leg’timo buscar otra iglesia.
La disciplina moral se ejercita en una
iglesia b’blica. Los miembros que practiquen pecado grave son aconsejados por
los ancianos o puestos bajo disciplina, segœn el caso (G‡latas 6:1). Los
miembros que persisten en el pecado, rechazando los consejos de los ancianos,
son excomulgados (1Corintios 5:11-13). La iglesia b’blica no debe tener mala
reputaci—n en la comunidad como tolerante de pecados graves (Efesios 5:13).
Practica separaci—n del mundo. Una
iglesia leg’tima no tendr‡ comuni—n ni cooperaci—n con otras iglesias u
organizaciones religiosas que no mantienen la sana doctrina b‡sica, o que practican
idolatr’a. La unidad sin la verdad es nada m‡s que una conspiraci—n imp’a (2Corintios
6:14-18).
No practica el legalismo. La justicia
predicada en una iglesia b’blica est‡ basada en la fe en Cristo, no en cosas
exteriores como ropa, comida u observaci—n del s‡bado (G‡latas 3:1-6; Colosenses
2:16).
Una iglesia leg’tima evangeliza. Es una
contradicci—n que una iglesia se considere normal, si no cumple con uno de sus
prop—sitos mayores de su existencia, segœn la Gran Comisi—n de Jesœs, en Mateo 28:19,
Id, y haced disc’pulos a todas las naciones...
¥ La palabra de Dios es predicada y ense–ada fielmente...no el
activismo social ni teor’as pol’ticas ni filosof’as humanas ni opiniones
personales (2Timoteo 4:1-2).
¥ Los sacramentos del Bautismo y Santa Cena son administrados
fielmente y no descuidados (Hechos 2:42).
¥ Existe orden en los cultos. No hay ni bulla ni desorden (1Corintios
14:23,40).
Nota importante: Las iglesias nuevas
est‡n en proceso de desarrollo y no han tenido el tiempo para llevar a cabo
todos estos criterios. Esto es tolerable. La que no tiene excusa es una iglesia
que antes conoc’a y los obedec’a, pero despuŽs los abandon—.
La iglesia de los Corintios era carnal,
fuera de orden e inmoral. Sin embargo, Pablo los llam— iglesia de Dios. ÀPor quŽ lo hizo cuando la iglesia estaba en tal
estado espiritual? Porque sab’a que eran ni–os en Cristo y que les faltaba
ense–anza. Hab’an salido de una cultura pagana. Era por falta de entendimiento.
ÀHubiera sido leg’timo separarse de tal iglesia? No. Hasta que sea evidente que
la iglesia no acepta correcciones y que no est‡ en camino al est‡ndar b’blico,
es mejor quedarse y luchar por el bienestar de los miembros.
Esta cuesti—n tiene dos lados. La
divisi—n entre cristianos es se–al de carnalidad e inmadurez espiritual. En
cierto sentido, las denominaciones contribuyen a la divisi—n por incentivar a
los cristianos a adoptar ciertas actitudes no b’blicas. Algunos imaginan que su
denominaci—n es espiritualmente superior a todas las dem‡s. Compadecen a los cristianos
que no pertenecen a su denominaci—n, por lo cual su conciencia no les molesta
si roban ovejas de otras iglesias leg’timas.
Del otro lado, las denominaciones pueden
ser muy beneficiosas. Con tantas sectas malsanas hoy en d’a es aconsejable que
un grupo de iglesias se apoyen y se junten para mantenerse puras. Mas, es de
considerar tambiŽn que no puede existir un presbiterio, ni un concilio nacional
de iglesias sin que exista tambiŽn alguna denominaci—n. Y la idea del
presbiterio y del concilio es b’blica (1Timoteo 4:14 y Hechos 15). Si la œnica
manera de poner en marcha un sistema organizacional b’blico es formar una
denominaci—n, entonces es leg’timo hacerlo.
Los l’deres espirituales cumplen este
papel segœn G‡latas 6:1. El œnico motivo por el cual la congregaci—n entera
debe involucrarse es en el caso de excomuniones (Mateo 18:15-18). ÀCu‡les son
las causas leg’timas para la excomuni—n?
Provocar divisiones (Tito 3:10); herej’a
(Romanos 16:17); pecado grave y persistente (1Corintios 5:9-13). La verdadera
iglesia de Cristo es un organismo vivo y formado por todos los que son salvos
por la fe en Jesucristo, cuya œnica cabeza es Cristo. Su formaci—n es
sobrenatural, no humana. En su expresi—n local, la iglesia de Cristo manifiesta
pureza de doctrina, de organizaci—n, de conducta, y de culto.
Preguntas
para repasar: Unidad espiritual
1. Verdadero o Falso:_____ La iglesia de Cristo no tiene ninguna
clase de organizaci—n.
2. Verdadero o
Falso:_____ La iglesia de Cristo es principalmente un organismo y no una
organizaci—n.
3. Verdadero
o Falso:_____ La iglesia de Cristo tiene una sola cabeza, el Papa.
4. Verdadero o
Falso:_____ Los que son salvos y estos solamente, forman parte de la iglesia de
Cristo.
5. Verdadero o
Falso:_____ Es muy posible que existan algunos cat—licos que forman parte del cuerpo
de Cristo, mientras que algunos EvangŽlicos sean excluidos.
6. Verdadero o
Falso:_____ La iglesia de Cristo, en su sentido universal, es un organismo
visible.
7. Verdadero o
Falso:_____ La formaci—n de la iglesia de Cristo es principalmente espiritual,
no terrenal.
8. Verdadero o
Falso:_____ Ser miembro de una iglesia local que predica la Biblia garantiza la
salvaci—n.
9. Verdadero o
Falso:_____ Todas las iglesias que se dicen cristianas son expresiones
leg’timas del cuerpo universal de Cristo.
10. Verdadero o Falso:_____
Toda iglesia leg’tima cumple siempre con todos los criterios b’blicos
mencionados en el estudio.
11. ÀCu‡les son los
cuatro criterios b’blicos mencionados en el estudio?
___________________________________________________________
12. Verdadero o Falso:_____
Para ser correctamente organizada, una iglesia local debe tener una pluralidad
de ancianos.
13. Verdadero o Falso:_____ Ancianos quiere decir Ôlos hombres mayores
en la iglesiaÕ.
14. Verdadero o Falso:_____
El presbiterio consiste en todos los ancianos de todas las iglesias asociadas
en una regi—n o una ciudad.
15. Verdadero o Falso:_____
El concilio consiste en todos los ancianos de todas partes que pertenecen a las
iglesias asociadas.
16. Verdadero o Falso:_____
Un buen miembro de una iglesia local, aunque no anciano, puede tener voz y voto
en el presbiterio y en el concilio.
17. Verdadero o Falso:_____
De acuerdo con el pensamiento democr‡tico de la Biblia, una congregaci—n local
tiene autoridad para decidir por s’ sola lo que es buena y sana doctrina.
18. Verdadero o Falso:_____
Si una iglesia local no est‡ perfectamente organizada, el cristiano debe
separarse de ella inmediatamente.
19. Verdadero o Falso:_____
Para ejercer un esp’ritu tolerante, las buenas iglesias pueden participar en
movimientos ecumŽnicos a fin de tener comuni—n y cooperaci—n con iglesias que
no mantienen sana doctrina.
20. Verdadero o Falso:_____
Es normal, en una buena iglesia del siglo XX, que el pœlpito se use para el
activismo social.
Respuestas
a las preguntas: Unidad espiritual
1=F; 2=V; 3=F; 4=V; 5=V; 6=F; 7=V; 8=F;
9=F; 10=F; 11=Doctrina, organizaci—n, testimonio, culto; 12=V; 13=F; 14=V;
15=V; 16=F; 17=F; 18=F; 19=F; 20=F
Un Se–or Fulano viv’a una vida perversa
hasta el d’a en que asisti— a una reuni—n evangelista. All’ respondi— a la
llamada del predicador para aceptar a Cristo, e hizo una confesi—n pœblica de
fe. Durante los meses siguientes, asist’a fielmente a los cultos. Aprendi— los
coritos, le’a la Biblia y parec’a cambiado.
Pero un d’a apareci— borracho en la
calle. Al transcurso de las semanas siguientes, los hermanos procuraron
ayudarle, pero rehus— escuchar. Volvi— a sus viejos h‡bitos de borracho,
mujeriego y renegando el evangelio. Qued— en este estado por varios a–os, y
despuŽs muri—.
ÀFue este Se–or Fulano al cielo o al
infierno?
Por varias generaciones los cristianos
han discutido esta importante cuesti—n, ÀPuede o no un cristiano perder la
salvaci—n?
En el siglo XVI, el partido arminiano en
Holanda suscit— esta cuesti—n, insistiendo en que un cristiano regenerado puede
perder la salvaci—n, por persistir en pecado grave o apostatar de la fe. Los arminianos
dir’an que ese Se–or Fulano est‡ en el infierno.
Otros rechazaron el punto de vista arminiano
y dijeron que ese Se–or Fulano est‡ en el cielo, a pesar de su apostas’a, en
base de que una vez naci— de nuevo.
Los arminianos sosten’an que su doctrina
era necesaria para evitar que los cristianos tengan una licencia para pecar.
Los otros dec’an que una doctrina de seguridad eterna era la œnica que evitaba
un evangelio de salvaci—n por mŽritos.
Afortunadamente, los dos puntos de vista
arriba mencionados no son los œnicos. Existe otro, expresado por los
reformadores. Los otros dos anteriores son perversiones hist—ricas de Žste. Tal
doctrina reformada se llama: Preservaci—n
de los elegidos[7].
Dios tiene un pueblo elegido y
justificado, que Žl preserva de apostatar finalmente de la fe, para que no
pierdan la salvaci—n. Lo cumple por gracia, por medio del Esp’ritu Santo, la
Palabra, castigos, amenazas, exhortaciones, admoniciones, y tambiŽn depositando
amor y temor en sus corazones.
Notemos que esta definici—n contiene
varios puntos importantes que difieren de los otros dos puntos de vista.
Primero, nuestra preservaci—n est‡ basada
en dos doctrinas principales: Elecci—n y justificaci—n.
Segundo, afirmamos que existe una
condici—n hipotŽtica por la cual un cristiano podr’a perder la salvaci—n, por
apostatar de la fe y vivir una vida de pecado. En este sentido, nuestra
doctrina est‡ de acuerdo en parte con el punto de vista arminiano... por lo menos
en teor’a. Difiere en que afirmamos que Dios preserva a su pueblo, porque la
base de la preservaci—n est‡ en una obra de Dios y no una obra humana.
Tercero, la doctrina afirma que en la
pr‡ctica, un nacido de nuevo no pierde su salvaci—n. En este sentido est‡ de
acuerdo con la segunda doctrina arriba mencionada.
Finalmente, esta gracia preservadora se
opera por medios pr‡cticos, involucrados con la totalidad de nuestra vida
cristiana.
Para clarificar todav’a m‡s nuestra
doctrina, vamos a expresar lo que no
creemos:
¥ No ense–amos que la preservaci—n es una licencia para pecar.
Nuestra seguridad se basa en el poder de Dios para impedir que perdamos nuestra
salvaci—n.
¥ Tampoco afirmamos que los cristianos sean exentos de la
responsabilidad de aplicar los medios de preservaci—n. Dios sabe como hacer la
vida inc—moda a los que entre su pueblo son negligentes.
¥ Tampoco decimos que la preservaci—n priva a la gente de su libre
albedr’o. El pueblo de Dios es totalmente libre para apostatar... si Dios lo
permite. Pero Dios aplica los medios arriba mencionados para asegurar que nunca
deseen hacerlo.
Si la elecci—n es verdad, tambiŽn lo es
la preservaci—n. Ser elegido implica que Dios aplicar‡ los medios necesarios
para guardar a los suyos hasta el fin. Este v’nculo entre elecci—n y
preservaci—n se confirma con varios textos del Nuevo Testamento.
Nuestra glorificaci—n es fruto final de
la predestinaci—n en Romanos 8:30. Y a los que predestin—...a estos tambiŽn
glorific— En 2Juan 1-2, el Ap—stol Juan saluda a la se–ora elegida y
luego le declara que en verdad, estar‡ para siempre con nosotros. Segœn
Judas 1, los llamados son santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo.
Las buenas obras que hacen los elegidos
como confirmaci—n de su elecci—n son tambiŽn predeterminadas al igual que los
elegidos mismos. En Efesios 2:10 leemos:
Porque somos hechura suya, creados en
Cristo Jesœs para buenas obras, las cuales Dios prepar— de antemano para que
anduviŽsemos en ellas.
Igualmente, Isa’as observa que todas las
buenas obras del pueblo de Dios son hechas en ellos por Dios.
Jehov‡, tœ nos dar‡s paz, porque tambiŽn
hiciste en nosotros todas nuestras obras. Is.26:12
Si las buenas obras de los elegidos son
predestinadas, y as’ ciertas, Àc—mo pueden hacer obras que les trae la
condenaci—n?
Si la justificaci—n es verdad, tambiŽn es
verdad la preservaci—n. Aqu’ el concepto de la imputaci—n de la justicia de
Cristo toma su importancia. Somos justos, no por mŽritos, sino por el don
gratuito de la justicia de Cristo. Si este don no proviene de nuestros mŽritos,
tampoco se quita por nuestras fallas.
No existe en la Biblia ninguna doctrina
de quitar la justificaci—n. Nunca se dice que una persona justificada puede
llegar a ser otra vez no justificada.
Por esto, Pablo explica que Dios rechaza
toda acusaci—n en contra de su pueblo elegido y justificado.
ÀQuiŽn acusar‡ a los escogidos de Dios?
Dios es el que justifica. Romanos 8:33
ÀEnse–a Pablo que Dios cierra los ojos
para no hacer caso de los pecados de su pueblo? Claro que no. Solo indica que
el pecado ha dejado de ser la causa de una condenaci—n eterna para el cristiano.
El resto de Romanos 8 sirve como
descripci—n de c—mo es el pueblo elegido de Dios. No viven segœn la carne, sino
segœn el Esp’ritu. Tienen el testimonio interior del Esp’ritu. No viven una
vida de pecado. Seamos claros sobre este punto. Pablo no est‡ poniendo
condiciones, como si dijera, haz estas cosas y ser‡s salvo. Si fuese as’, ser’a
una contradicci—n porque Pablo acababa de escribir siete cap’tulos para
explicar por quŽ la salvaci—n es por sola gracia.
El Cap’tulo Seis de Romanos tambiŽn
enfatiza la imposibilidad de vivir en el pecado, si ya estamos muertos al
pecado por la justificaci—n.
ÀPerseveraremos en el pecado para que la
gracia abunde? De ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, Àc—mo
viviremos en Žl? Romanos 6:1-2
Son muertos al pecado. El pecado ya no
reina sobre ellos. Son esclavos de la justicia. ÀC—mo ser‡, pues, que no
perseverar‡n?
Tratemos ahora con una l’nea de l—gica
frecuentemente dirigida en contra de la preservaci—n. Este argumento sigue as’:
El pecado grave trae la condenaci—n.
Algunos cristianos cometen pecado grave.
Algunos cristianos son condenados.
Esta l’nea de razonamiento falla por dos
motivos. En primer lugar, la Biblia nunca ense–a que solamente los pecados
graves traen condenaci—n. Todo pecado
trae la condenaci—n. Si fuera as’, ningœn cristiano se salvar’a, porque todos
cometen pecados todos los d’as.
Pero el error m‡s serio en esta objeci—n
es que hace caso omiso de la doctrina de la justificaci—n. El prop—sito entero
de la justificaci—n es echar una cu–a entre el pecado y la condenaci—n eterna.
Caso contrario, la doctrina de la justificaci—n no servir’a de nada.
La primera presuposici—n antes
mencionada, es decir que el pecado grave siempre trae la condenaci—n, es
err—nea. No es verdad que el pecado trae la condenaci—n inevitablemente. Esto
es verdad solamente para los que no son salvos. Para los cristianos, ningœn pecado trae la condenaci—n,
porque Dios no acepta acusaciones en contra de su pueblo elegido y justificado.
Esto no les da a los cristianos licencia
para pecar. Les da una nueva seguridad para con su Padre celestial. Segœn la
Biblia, as’ es exactamente como los justificados reaccionan.
Si Dios es soberano, y todas las cosas
existen por su consejo inmutable, entonces, es imposible que sus intenciones
sean frustradas, incluyendo la salvaci—n de sus elegidos.
Si somos totalmente incapaces de
salvarnos a nosotros mismos, pues tampoco podemos preservarnos. Dios cumple
ambas.
Si el sacrificio de Cristo es realmente
eficaz, y ninguno de aquellos por los cuales muri— pueden perecer, pues su pueblo
ser‡ preservado. Cu‡nto m‡s, si Jesœs intercede eficazmente por su pueblo como sumo
sacerdote, fiador y mediador.
Los elegidos est‡n unidos espiritualmente
con el cuerpo de Cristo. Jesœs no corta los miembros de su cuerpo.
Nuestra santificaci—n y llamado eficaz
tambiŽn est‡n ligados a nuestra reservaci—n, segœn Judas 1:
Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de
Jacobo, a los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo.
Aunque el razonamiento teol—gico es
leg’timo para confirmar una doctrina, no tenemos que depender en ello
solamente. Abundan textos b’blicos que dicen que Dios preserva o guarda a su pueblo.
El [Jehov‡] guarda las almas
de sus santos; Salmos 97:10
Y el Se–or me librar‡ de toda obra mala,
y me preservar‡ para su reino celestial. 2Tim.4:18
...guardados en Jesucristo; Judas 1
Y a Aquel que es poderoso para guardaros
sin ca’da, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegr’a...
Judas 24
...que sois guardados por el poder de
Dios mediante la fe, para alcanzar la salvaci—n que est‡ preparada...1Pedro 1:5
...Aquel que fue engendrado por Dios le
guarda, y el maligno no le toca. 1Juan 5:18
¥ Cualquier doctrina negando la preservaci—n resulta en un
evangelio de salvaci—n por obras.
¥ La Biblia declara la posibilidad de tener una seguridad de la
salvaci—n en esta vida. Esto ser’a imposible si la doctrina de la preservaci—n
fuera incorrecta (2Pedro 1:10; Hebreos 6:11,19; 10:22; 1Juan 5:13).
¥ Las Escrituras hablan del sello del Esp’ritu Santo que los
creyentes reciben cuando creen. Este sello dura hasta el d’a de la redenci—n
(Efesios 1:13; 4:30; 2Corintios
1:22). Tal sello no tiene valor si puede ser quitado.
¥ La Biblia siempre habla de la preservaci—n como obra de Dios y
no del hombre. La fidelidad de Dios garantiza la fidelidad nuestra.
¥ El amor particular para los suyos garantiza nuestra preservaci—n.
Con amor eterno
te he amado; por tanto, te prolonguŽ mi misericordia (Jerem’as 31:3).
Comenta Boettner:
El amor infinito, misterioso
y eterno de Dios para su pueblo es la garant’a de que nunca se pierdan. Este
amor no est‡ sujeto a las fluctuaciones, sino que es inmutable como el ser de
Dios. Es tambiŽn gratuito y nos sostiene m‡s firmemente que nosotros de Žl. No
est‡ fundado en la amabilidad de sus objetos[8].
La fidelidad de Dios nos preserva y nos establece
segœn 2Teslonisenses 3:3. El poder de Dios nos guarda (1Pedro 1:5). Dios
completar‡ la buena obra que comenz— en nosotros (Filipenses 1:6).
Spurgeon lo expres— en estos tŽrminos:
Esta fidelidad de Dios es el
fundamento y la piedra angular de nuestra esperanza de la perseverancia final.
Los santos perseverar‡n en santidad, porque Dios persevera en gracia. ƒl persevera
para bendecir, y por lo tanto, los creyentes perseveran en ser bendecidos. ƒl continœa
guardando a su pueblo, y por lo tanto ellos continœan guardando sus
mandamientos[9].
Nuestra
preservaci—n depende de la voluntad del Padre y no del hombre.
La voluntad del
Padre es que ninguno de los que son dados a Jesœs perezcan (Juan 6:39). Jesœs
confirma esto al declarar que ninguno de estos jam‡s se han perdido; De los
que me diste, no perd’ ninguno. Juan 18:9
La voluntad inmutable del Padre es nuestra gran consolaci—n (Hebreos 6:17-18).
¥ Los elegidos no pueden ser enga–ados (Mateo 24:24). ÀQuŽ podr’a causar
su apostas’a?
La intercesi—n de Cristo implica nuestra preservaci—n, porque la
preservaci—n no es menos cierta que la eficacia de las oraciones de Cristo.
¥ Su intercesi—n nos salva perpetuamente (Hebreos 7:25). Cristo ora
para que nuestra fe no falle (Lucas 22:32), y que el Padre preserve a los suyos
(Juan 17:11).
¥ La doctrina de la santificaci—n implica la preservaci—n, porque
nuestra santificaci—n final est‡ garantizada.
¥ Hemos sido legalmente perfeccionados para
siempre por el sacrificio de Cristo (Hebreos 10:10,14). La fidelidad de Dios
resultar‡ en nuestra santificaci—n entera (1Tesalonisenses 5:23-24).
Los cristianos perseverar‡n en santidad
porque Dios persevera en gracia.
ÀSi un nacido de nuevo vive una vida de
pecado, ir’a al cielo de todas formas? Para contestar, podemos plantear algunas
preguntas semejantes:
ÀC—mo puede un c’rculo ser cuadrado?
ÀC—mo es el color azul cuando est‡ verde? ÀSi un pecador fuera perfecto, ser’a
salvo?
Todas estas preguntas est‡n en la misma
categor’a: Son auto-contradictorias. Un santo perdido no puede existir m‡s que
un pecador perfecto, o un c’rculo cuadrado. Una de las primeras leyes de la
l—gica es que no existe ninguna respuesta a las preguntas il—gicas. La œnica
manera de contestar es ÁEst‡s hablando contradicciones!
ÀRecuerda el lector al Se–or Fulano que
naci— de nuevo y luego muri— en pecado? Unos dec’an que el Se–or Fulano est‡ en
el infierno. Otros dec’an que est‡ en el cielo. Nosotros decimos que el Se–or
Fulano no exist’a.
Este concepto no puede ser expresado con
m‡s claridad que en el libro de Primera de Juan:
Todo aquel que es nacido de Dios, no
practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en Žl; y no puede pecar,
porque es nacido de Dios. 1Juan 3:9
Segœn la teolog’a de Juan, lo que es
nacido de Dios no puede practicar una vida de pecado. Sabemos, claro, que no se
refiere a los pecados individuales ni a los lapsos temporales, porque trata de
mentirosos a quienes dicen que no tienen pecado (1Juan 1:8-10) Mas, si pecamos,
tenemos a Jesucristo como nuestro abogado. Pero en 1Juan 3:9, Žl est‡ hablando
de una vida continua de pecado. El uso del verbo practica confirma esto.
Juan nos explica tambiŽn por que los regenerados no practican una
vida de pecado.
Sabemos que todo aquel que ha nacido de
Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda,
y el maligno no le toca. 1Juan 5:18
Es porque Jesœs los guarda.
Segœn Juan, Àc—mo reaccionan los
regenerados cuando oyen la noticia de su preservaci—n? ÀLa toman como licencia
para pecar? ÁNo!
Y todo aquel que tiene esta esperanza en
Žl, se purifica a s’ mismo, as’ como Žl es puro. 1Juan 3:3
Tal noticia les conduce a purificarse
m‡s.
ÀExisten personas que intentan
aprovecharse de la gracia de Dios y usar la preservaci—n como pretexto de
pecado? ÁS’! Tales personas est‡n descritas en Judas 4:
Porque algunos hombres han entrado
encubiertamente, los que desde antes hab’an sido destinados para esta
condenaci—n, hombres imp’os, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro
Dios...
Todos los que se aprovechan de la
doctrina de la preservaci—n para vivir en libertinaje se descubren como
reprobados. Ya han sido destinados para condenaci—n. En consecuencia, no son
salvos.
Pero con respecto a los nacidos de nuevo,
recordamos que Dios nunca ha roto el certificado de nacimiento de un cristiano.
Una de las objeciones m‡s frecuentes en
contra de la preservaci—n se basa en la existencia de textos b’blicos relativos
a los mandamientos y exhortaciones para perseverar:
ÀC—mo escaparemos nosotros, si
descuidamos una salvaci—n tan grande? Hebreos 2:3
El libro de Hebreos est‡ lleno de
advertencias en contra de recaer, con amenazas de condenaci—n inminente para
los que apostatan. Se supone que la apostas’a, con su condenaci—n resultante,
debe ser un peligro real para el pueblo de Dios. De otra manera, Dios estar’a
amenazando en vano.
La respuesta a esta objeci—n est‡
involucrada con una paradoja expresada en Jerem’as 32:40:
Y harŽ con ellos pacto eterno, que no me
volverŽ atr‡s de hacerles bien, y pondrŽ mi temor en el coraz—n de ellos, para
que no se aparten de m’.
Dios preserva a su pueblo dentro del pacto
al poner temor en el coraz—n de ellos. ÀTemor de quŽ? Temor de Dios mismo.
ÀC—mo logra Dios esto? Por medio de exhortaciones, advertencias y admoniciones.
Estas mismas advertencias son los medios que Žl emplea para asegurar la
fidelidad de su pueblo.
Segœn la primera parte de este vers’culo,
es imposible que Dios deje de hacerle bien a su pueblo. Uno de los bienes que
Dios les hace es poner su temor en ellos, para asegurar que queden en su pacto.
Existe pues una paradoja divina entre la
responsabilidad del creyente para obedecer, de un lado, y la actividad divina,
del otro lado. Esto garantiza que el creyente cumpla con esa responsabilidad.
Pablo expresa esta paradoja en Filipenses
2:12-13:
...ocupaos en vuestra salvaci—n con temor
y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce as’ el querer como el
hacer, por su buena voluntad.
En la primera parte, Pablo exhorta a la
iglesia de ocuparse en su salvaci—n como si fuera responsabilidad de ella
misma. Y la es. Pero ya sabemos que nadie puede cumplir esto a causa de la
incapacidad total humana.
El querer y el hacer es algo
que Dios produce en
nosotros.
Otro ejemplo de la misma estrategia es la
advertencia compulsiva divina de la condenaci—n eterna a todos los que rehœsan
arrepentirse. ÀEs una amenaza insincera para los elegidos? A primera vista,
parece as’, porque dentro del contexto de los decretos divinos, es imposible
que los elegidos no sean salvos. Pero Dios usa esa misma advertencia como el
medio para conducir a los elegidos al arrepentimiento. Aunque el
arrepentimiento es tambiŽn un don de la gracia, este don viene por medio de tal
advertencia.
Ocurre lo mismo con la preservaci—n. Dios revela a su pueblo el grave
peligro de apostatar, poniendo as’ en sus corazones el temor de Dios. La
paradoja est‡ en la amenaza misma, como medio para garantizar que las
consecuencias de la amenaza nunca les alcance.
Una advertencia acerca de la apostas’a no
comprueba nada respecto a la cuesti—n de si alguien realmente ha apostatado o
no. Es imposible demostrar por medio de la Biblia que alguno de los nacidos de
nuevo ha apostatado y se ha perdido eternamente.
Advertencias y exhortaciones en contra de
la apostas’a no constituyen, por lo tanto, ninguna evidencia en contra de la
doctrina de la preservaci—n.
Nos enfrentamos con un problema dif’cil:
ÀC—mo distinguir entre los que son nacidos de nuevo y los que solo dan apariencia
de ello? Algunos son buenos actores. Otros son sinceramente religiosos y se
imaginan salvos, sin serlo.
Nos consolamos con esto: El problema no
es nuevo. Los ap—stoles ten’an la misma dificultad en su tiempo. Algunas
personas viven una vida de tal consagraci—n al Se–or y tienen tales frutos del
Esp’ritu, que es absurdo dudar de ellos. Otras viven en los m‡rgenes obscuros
entre la luz y las tinieblas de manera que nos preguntamos si son realmente
salvos.
Este fen—meno espiritual se ha notado por
muchos te—logos como Boettner:
ÉA veces las operaciones
comunes del Esp’ritu sobre la consciencia iluminada conduce a una reforma ion y
a una vida externamente religiosaÉEsta ÒfeÓ continœa tanto como el estado de la
;mente que la produjo tambiŽn continœa. Cuando esta cambia, Žl vuelve al estado
usual de insensibilidad, y su ÒfeÓ desaparece [10].
El libro entero de 1Juan fue escrito para
tratar con este problema. Juan puntualiza su deseo de que tengamos la seguridad
de nuestra salvaci—n...una declaraci—n que no tendr’a sentido si la seguridad
de los elegidos fuera una doctrina errada. Estas cosas os he escrito...para
que sep‡is que tenŽis vida eterna, 1Juan 5:13.
Adem‡s, Juan quiere que tengamos plenitud
de gozo en el conocimiento de esta seguridad. Pero no nos vende barato esta
seguridad. Nos da criterios a travŽs del libro para ayudarnos a distinguir
entre creyentes verdaderos y los que fingen. Si vemos que no alcanzamos los
criterios dados, debemos seguir el consejo del Ap—stol Pablo; examinarnos, para
ver si estamos en la fe (2Corintios 13:5).
ÀCu‡l es el criterio del Ap—stol Juan? ÀC—mo
viven los nacidos de nuevo? Est‡n en comuni—n con Dios y con los hermanos, aman
a los hermanos, permanecen fieles a la iglesia, no viven una vida de pecado,
vencen el mundo por su fe, son generosos en ayudar a los hermanos necesitados y
testifican al mundo de su fe en Jesœs.
Una boca elocuente, llena de palabras
religiosas, no parece ser uno de los criterios b’blicos. Jesœs dijo:
No todo el que me dice: Se–or, Se–or,
entrar‡ en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que
est‡ en los cielos. Muchos me dir‡n en aquel d’a: Se–or, Se–or, no profetizamos
en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos
muchos milagros? Y entonces les declararŽ: Nunca os conoc’: apartaos de m’,
hacedores de maldad, Mateo 7:21-23.
Cristo no dir‡, ÒApartaos de m’ los
reca’dosÓ, sino, Nunca os conoc’.
Las personas religiosas mencionadas aqu’
fallaron en dos cosas necesarias. Es cierto que practicaban alabanzas diciendo,
ÒSe–or, Se–orÓ. Es verdad que eran muy activos para el Se–or. ÀNo profetizamos
en tu nombre? Pero estas dos cosas no contaron para nada.
Las dos cosas que no cumplieron eran el
hacer la voluntad de Dios y vivir una vida correcta. Eran hacedores de maldad.
Es verdad que somos salvos por la fe, y
no por obras. Sin embargo, no es cualquier clase de fe que nos salva.
Un ejemplo impactante es Sim—n el Mago,
Hechos Cap’tulo Ocho. El texto dice que crey— y fue bautizado. Pero
luego, vemos al Ap—stol Pedro reproch‡ndole, porque percibi— que su coraz—n no
era recto delante de Dios. Sim—n ten’a una clase de fe superficial, pero no era
una fe salvadora. El particip— en las actividades religiosas del pueblo de Dios
al ser bautizado, pero no era regenerado.
Se dedica el Cap’tulo Dos de Santiago
enteramente a tratar con esta cuesti—n de la fe falsa. Hasta los mismos
demonios tienen alguna clase de fe, y tiemblan. Pero no una fe salvadora. La fe
verdadera resulta en una vida obediente que produce buenas obras, tal como en
los casos de Abraham y de Rahab, mencionados en el cap’tulo.
La gente tiene experiencias religiosas de
toda clase, sin ser salvos. Algunos hacen una especie de arrepentimiento, en
que se liberan de ciertos vicios. Es el caso de los profetas falsos mencionados
en 2Pedro 2. El cap’tulo entero est‡ dedicado a estas personas religiosas que
se infiltran dentro de las asambleas cristianas y llegan a tener ministerios.
Pedro dice que escaparon de la corrupci—n en el mundo por el conocimiento de
Cristo (vers’culo 20). Ellos no s—lo conoc’an intelectualmente el camino de
justicia, sino por una cierta experiencia personal limitada. Sin embargo, son fuentes sin agua, es decir, sin el
Esp’ritu, nacidos para destrucci—n.
Por fuera, su profesi—n religiosa es muy
correcta. Interiormente, tienen ojos llenos de adulterio. Predican por dinero,
y tienen maneras encantadoras con las cuales decepcionan a los sencillos.
Hablan de libertad, pero ellos mismos son esclavos de la corrupci—n.
S’, es posible. David cay— en los pecados
de adulterio y asesinato. Pero era una ca’da temporal, no un estilo de vida a
lo largo. Dios lo restaur—. Un hombre cometi— incesto en 1Corintios 5. Por
medio de la disciplina de la iglesia, fue restaurado segœn 2Corintios 2. Visto
de que la disciplina aplicada era con el prop—sito de salvar su alma, es
leg’timo suponer que era creyente.
S’, los cristianos caen en pecado, y a
veces en pecados graves. Mientras que el cristiano est‡ en tal estado, puede
ser imposible distinguirlo de los perdidos. A veces, s—lo con el pasar del
tiempo se puede saber.
Algunos caen de la profesi—n de fe, pero
ninguno cae de la gracia salvadora de Dios.
Es costumbre en algunos grupos decir a
los nuevos que tienen vida eterna inmediatamente despuŽs de cumplir con algœn
acto de compromiso religioso, tal como decir una oraci—n o acercarse a un
altar, o levantar la mano en una reuni—n. Ofrecer tal seguridad a los nuevos
puede ser peligroso, puesto que ninguno de los actos arriba mencionados tienen
que ver con la regeneraci—n. Y peor, ninguno de tales actos puede ser base
suficiente para dar una seguridad de la salvaci—n. Por eso, no es sabio dar
este tipo de seguridad inmediatamente.
Es mejor proceder exactamente como
hicieron los ap—stoles. Primero, les exhortaron a continuar en la fe. Luego les
ense–aron privadamente en sus casas. En el transcurso de los estudios, la base
de nuestra salvaci—n se pone clara para los nuevos, de manera que pueden
deducir por s’ mismos su propia seguridad de salvaci—n.
Algunos reciben esta seguridad
directamente del Esp’ritu Santo, sin que nadie les diga. Para otros, la
seguridad viene poco a poco, al ver la operaci—n de la gracia de Dios en sus
vidas.
Esencialmente, podemos dar seguridad de
la salvaci—n a los creyentes, s—lo cuando muestran evidencias de una vida que
corresponde a las caracter’sticas de los nacidos de nuevo.
La doctrina de la preservaci—n afirma que
Dios tiene un pueblo que se preserva hasta la gloria. Suficientes textos
b’blicos muestran que esta doctrina se sostiene por s’ misma, sin necesidad de
la ayuda de la l—gica teol—gica. Sin embargo, los argumentos teol—gicos basados
en las otras doctrinas de la gracia ser’an suficientes para comprobarla,
incluso si tales textos claros estuvieran ausentes. As’, desde una perspectiva
de honestidad intelectual, es imposible rehusar a la doctrina de la
preservaci—n.
ÀEs acaso sea malentendido una licencia
para pecar? Tal concepto ser’a un, porque los cristianos sinceros no desean una
licencia para pecar. Hemos mostrado tambiŽn que otra doctrina diferente a la
preservaci—n constituye una salvaci—n por mŽritos.
La preservaci—n es, por lo tanto, un don
de la gracia, concedida por Dios a sus elegidos y aplicada por varios medios.
Los cristianos son responsables para aplicar los medios de gracia que Dios ha
provisto.
La preservaci—n
es un don de la gracia.
Mas Dios mismo se ocupa en asegurar que
los medios sean aplicados.
La doctrina de la preservaci—n provee una
consolaci—n inestimable para los cristianos sinceros en su lucha contra el
pecado, d‡ndoles una base firme de seguridad respecto a la victoria final.
Y a aquel que es poderoso para guardaros
sin ca’da, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegr’a, al
œnico Dios, nuestro salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora
y por todos los siglos. AmŽn. Judas 24-25
Pregunta 1: Parece que Hebreos Cap’tulo Seis afirma que algunos nacidos de
nuevo pueden caer permanentemente de la gracia, de manera que es imposible
restaurarlos. ÀC—mo concuerda esto con la perseverancia?
Se dice que las doctrinas aqu’ expresadas
son t’picamente cristianas, es decir, arrepentimiento, bautismo, juicio eterno.
Segundo, que las personas mencionadas en el texto fueron iluminadas, gustaron
del don celestial, y fueron part’cipes del Esp’ritu Santo. Gustaron tambiŽn de
la palabra de Dios y de los poderes del siglo venidero. Tercero: Expusieron al
Hijo de Dios a la vergŸenza por la apostas’a de ellos; mostrando que ten’an
algœn conocimiento del evangelio.
Respuesta a la objeci—n: Una lectura
cuidadosa del cap’tulo entero revela que las suposiciones arriba expresadas son
muy dŽbiles. En primer lugar, se nota que el cap’tulo tiene una divisi—n
natural en dos partes. Esta divisi—n ocurre al vers’culo 9 donde el autor dice:
Pero en cuanto a vosotros, oh amados,
estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvaci—n, aunque
hablamos as’.
A partir de este vers’culo, el autor se
dirige a un grupo diferente de personas que en la primera parte del cap’tulo.
El texto se refiere a los que son salvos, mientras que antes, hablaba de
personas perdidas. El autor est‡ persuadido de cosas mejores para ellos
que las maldiciones ya mencionadas. Mas, los llama amados, lo que es una
palabra nunca usada en la Biblia excepto para el pueblo de Dios. Luego menciona
un pueblo que hace obras de amor en el nombre de Jesœs, quienes ministran a los
santos. Son herederos del pacto con Abraham, con una ancla segura y firme del
alma. Ninguna de estas cosa se dice de los mencionados en vers’culos 1 a 8. Es
claro, por lo tanto, que el autor hace distinci—n entre los que son salvos y
los que hacen profesi—n de religi—n sin ser salvos.
Existe una consecuencia seria si
suponemos que los vers’culos 1 a 6 se refieren a los cristianos reca’dos. Tom‡ndolo
de forma m‡s literal, estar’amos obligados a afirmar que ningœn cristiano
reca’do podr’a ser salvo. La experiencia de las iglesias, sin embargo, esta
repleta de ejemplos de cristianos que han experimentado ca’das temporales y que
han sido restaurados. La Biblia misma menciona tales ejemplos. L—gicamente,
entonces, estos vers’culos no se refieren a los cristianos reca’dos.
Examinemos una por una las tres
evidencias dadas arriba, para ver si el contexto se refiere a los cristianos
reca’dos.
Primero, no es verdad que las doctrinas
mencionadas en los vers’culos 1 a 3 son t’picamente cristianas. Son tambiŽn
t’picamente jud’as. El Antiguo Testamento las ense–a todas. Tengamos en mente
que Jesœs no vino a ense–ar algo nuevo, sino a cumplir con lo que ya fue
ense–ado en el Antiguo Testamento. Las doctrinas judaicas b‡sicas formaron,
pues, el cimiento de su ministerio. No existe motivo para insistir en que estas
doctrinas son distintivamente cristianas.
Si todas estas doctrinas son primero
judaicas, la iluminaci—n y el gustar en vers’culo 4, no tienen
nada que ver con alguna experiencia cristiana. Los jud’os fueron iluminados por
la palabra de Dios en el Antiguo Testamento. Hab’an gustado del Esp’ritu Santo
por los milagros de los profetas y por su ministerio de ense–anza. Participaron
del Esp’ritu Santo al obedecer las ordenanzas que Dios les hab’a dado.
ÀEn quŽ, pues, consiste el recaer en vers’culo
6? Tengamos en mente que el autor escribe a lectores jud’os que hab’an sido
influenciados por la cristiandad. Por eso la Ep’stola se llama, a los Hebreos. Algunos de estos jud’os
hab’an abandonado el juda’smo, para venir a la iglesia. Pero entonces
comenzaron a dejar la asamblea cristiana para regresar a sus antiguas
costumbres judaicas (Hebreos 10:25).
La exhortaci—n consiste en animar a estos
jud’os a que dejen las doctrinas fundamentales del juda’smo para entrar
plenamente en Cristo. Al volver a sus antiguas costumbres, declaraba que el
sacrificio de Jesœs era insuficiente para ellos. As’, se cortaban de toda
esperanza de salvaci—n, comprobando que son almas estŽriles, tierra infŽrtil,
sin fruto y reos a la maldici—n divina.
Segundo, es posible ser iluminado por el
Esp’ritu Santo, inclusive tener alguna participaci—n en El, sin ser regenerado.
El texto nunca dice que gustar del Esp’ritu constituya ser nacido de nuevo. El
Esp’ritu convence al mundo de pecado, de justicia y de juicio. A menudo la
gente tiene su conciencia despierta sin ser convertida. El uso de palabras,
como iluminaci—n y gustaron en este texto, no comprueba que las personas mencionadas
fueron nacidas de nuevo.
Tercero, el vers’culo 6 s—lo comprueba
que las personas citadas ten’an algœn conocimiento del evangelio, no que era un
conocimiento salvador.
En resumen, Hebreos Cap’tulo Seis no
habla de cristianos reca’dos. Es un contraste entre jud’os inestables,
vacilando entre la cristiandad y el juda’smo, versus jud’os que se hab’an
entregado totalmente a Cristo. Cualquier otra interpretaci—n distorsiona la
unidad del cap’tulo.
Pregunta 2: ÀNo dice G‡latas 5:5 que los
creyentes pueden perder la salvaci—n si vuelven a la justificaci—n por la ley?
Tal interpretaci—n ignora el intento del
libro como una totalidad. Pablo nunca dice que han perdido su salvaci—n.
Siempre les habla como cristianos. Por eso la frase ca’do de la gracia no puede ser visto como equivalente a perder la
salvaci—n. Pablo advierte a la iglesia entera del peligro de poner parte de su
justificaci—n sobre otra base adem‡s de Cristo. Hacer esto contradice el evangelio
y trae debilidad en la iglesia.
Pregunta 3: ÀNo es contraria la doctrina de la
preservaci—n con la del libre albedr’o?
La objeci—n se basa en un malentendido de
la libertad humana. Libertad significa el poder hacer lo que uno quiere. Pero
lo que uno quiere, se determina por lo que uno es en su car‡cter. Como vimos en
el cap’tulo La incapacidad total humana,
la voluntad es esclava de la naturaleza humana. Los regenerados
cambian su mente porque tienen nuevo coraz—n. No desean regresar a su vida
pecaminosa anterior porque Dios les ha dado nuevos deseos.
Argumenta Boettner:
Nadia niega que los
redimidos en el cielo ser‡n preservados en santidad. Si Dios preserva a sus
santos en el cielo sin transgredir su libre albedr’o, Àno puede ser tambiŽn que
Žl preserve a sus santos en la tierra sin transgredir su libre albedr’o[11]?
Pregunta 4: ÀNo existe el peligro de que la
doctrina de la preservaci—n sea tomada como licencia para pecar?
Los nacidos de nuevo no desean licencia
para pecar. Toman esta doctrina como motivo para purificarse, segœn 1Juan 3:3 y
9. Los que buscan licencia para pecar se muestran reprobados de acuerdo a Judas
4.
Pregunta 5: Muchos textos advierten a los
creyentes de los peligros de recaer. Jesœs mismo dijo: el que persevere
hasta el fin ser‡ salvo. ÀNo contradice esto la doctrina de la
preservaci—n?
No hay nada en tales textos que desmienta
que la perseverancia es don de Dios, ni que existen elegidos que no perseveran.
Pregunta 6: Ver 1Corintios 9:27. Este texto parece expresar la preocupaci—n
de Pablo sobre la posibilidad de perder la salvaci—n. ÀC—mo se relaciona esto
con la preservaci—n?
Nada en el texto se relaciona con la
salvaci—n de Pablo. El tŽrmino eliminado
no especifica si la eliminaci—n se refiere a la salvaci—n misma o a su
ministerio. Visto que el texto no es claro, no sirve como prueba en contra de
la preservaci—n.
Supongamos, sin embargo, que la palabra eliminado signifique la pŽrdida de
salvaci—n. Esto todav’a no constituir’a una negaci—n de la preservaci—n. S—lo
mostrar’a que Pablo reconoci— la importancia de aplicar los medios de perseverancia
hasta el fin. As’, el vers’culo no contradice la doctrina de la preservaci—n.
Preguntas
para repasar: Seguridad
1. El partido
religioso en el siglo XVI que cre’a que un regenerado puede perder la salvaci—n
se llamaba _________.
2. Nuestra preservaci—n
se basa mayormente en otras dos doctrinas, que son ________ y _______.
3. La base de
nuestra preservaci—n est‡ en la voluntad de ______ no en la voluntad del
_______.
4. Verdadero o
Falso:_____ No existe ninguna condici—n por la cual un cristiano puede perder
la salvaci—n, incluyendo si apostata de la fe y vive una vida pecaminosa.
5. Verdadero o
Falso:_____ La doctrina de la preservaci—n es una licencia para pecar.
6. Verdadero o
Falso:_____ Visto que la preservaci—n es por la gracia de Dios, los cristianos
son aliviados de toda responsabilidad para aplicar medidas para su
preservaci—n.
7. Verdadero o
Falso:_____ Un dilema l—gico con la preservaci—n es que priva al hombre de su
libre albedr’o.
8. Explica
por quŽ la preservaci—n es verdad si la elecci—n es verdad.
______________________________________________________________
9. Explica por
quŽ la preservaci—n es verdad si la justificaci—n es verdad.
______________________________________________________________
10. Explica
por quŽ la preservaci—n es verdad si Dios es soberano.
______________________________________________________________
11. Explica
por quŽ la preservaci—n es verdad si la doctrina de la unidad espiritual y universal
de los creyentes es verdad. ______________________________________________________________
12. Explica
por quŽ la preservaci—n es verdad si la doctrina de la incapacidad total es
verdad. ______________________________________________________________
13. Verdadero o Falso:_____
Un aspecto significativo de la preservaci—n es que Dios no castiga a su pueblo
por sus pecados.
14. Verdadero o Falso:_____
Los que son nacidos de Dios no pueden practicar una vida de pecado.
15. En
base de 1Juan 5:18, Explica por quŽ los regenerados no practican una vida de
pecado. ______________________________________________________________
16. Verdadero o Falso:_____
HipotŽticamente hablando, podemos decir que el alma de un cristiano reca’do
ir’a al infierno.
17. ÀC—mo
reaccionan los regenerados frente a la doctrina de la preservaci—n?
18. Segœn Judas 4, los que se
aprovechan de la doctrina de la preservaci—n para practicar el libertinaje son
____________________.
19. El
problema principal con el punto de vista arminiano es_______________.
20. Verdadero o Falso:_____
La Biblia ense–a que los creyentes pueden tener seguridad de la salvaci—n en
esta vida.
21. Verdadero o Falso:_____
Cristo ense–— que los elegidos no pueden ser enga–ados.
22. Explica por quŽ la
intercesi—n de Cristo implica nuestra preservaci—n.
______________________________________________________________
23. Explica los medios que
Dios usa para garantizar nuestra preservaci—n. ______________________________________________________________
24. Verdadero o Falso:_____
Una advertencia en contra del peligro de recaer comprueba que algunos cristianos
han perdido la salvaci—n.
25. Segœn Jesœs en Mateo 7:21-23,
a los condenados aqu’ mencionados les faltaban dos cosas. Estas son:
A._____________________
B._______________________
26. Verdadero o Falso:_____ Un
elemento importante de la doctrina de la preservaci—n es que un regenerado
nunca puede cometer ningœn pecado grave.
27. Verdadero o Falso:_____
La doctrina de la preservaci—n es tan linda que es sabio explicarla a los
nuevos convertidos al instante de su conversi—n.
28. Verdadero o Falso:_____
Es posible que las doctrinas fundamentales en Hebreos 6:1-3 se refieran tambiŽn
a doctrinas b‡sicas del Antiguo Testamento.
Respuestas
a las preguntas: Seguridad
1=Arminiano; 2=Justificaci—n, elecci—n;
3=Dios, hombre; 4=F; 5=F; 6=F; 7=F; 8,9,10,11y12=Ver texto; 13=F; 14=V; 15=Ver
texto; 16=V; 17=Les inspira a purificarse, 1Juan 3:3; 18=Reprobados; 19=Supone
que la salvaci—n es una obra cooperativa entre Dios y los hombres; 20=V; 21=V;
22=Dios siempre contesta las oraciones de Cristo. Por lo tanto, las oraciones
de Cristo para nuestra preservaci—n ser‡n contestadas; 23=Temor de Dios,
exhortaciones, amenazas, advertencias; 24=F; 25=Hacer la voluntad de Dios y
vivir una vida recta; 26=F; 27=F; 28=V
Las doctrinas de la gracia son semejantes
a siete perlas preciosas, unidas por un hilo de oro en forma de un collar que
llevamos al coraz—n. Son inseparables la una de la otra. Este hilo unificador
se llama el pacto de gracia.
La palabra pacto quiere decir Ôcontrato, acuerdoÕ o ÔalianzaÕ. La Biblia a
veces usa el tŽrmino testamento.
Esencialmente un pacto significa un acuerdo hecho entre dos personas.
Cuando los hombres hacen acuerdos entre
s’, es en base de beneficios mutuos en que cada uno da algo para recibir algo.
Todo contrato humano se funda en este principio de beneficio mutuo. Pero en el
pacto divino existe otro principio. Dios hace pacto con el hombre, aunque el
hombre no puede contribuir en nada.
No tenemos nada que ofrecerle a Dios a
cambio de su gracia. El pacto divino tiene, pues, un car‡cter distinto. Es m‡s
como un decreto inmutable en que todos los beneficios est‡n de nuestro lado. El
œnico beneficio que Dios tiene es la oportunidad para demostrar su gracia y su
amor.
A veces el pacto se llama pacto con Abraham, porque con Žste, Dios
instituy— el pacto. Aunque la gracia de Dios ya se manifest— antes con NoŽ,
Enoc y otros, sin embargo, se inaugur— con Abraham en el sentido de una
declaraci—n formal.
En GŽnesis Cap’tulo Doce, Dios habl— a
Abraham sobre el contenido del pacto. Pero en el Cap’tulo Diecisiete, se
presentan los elementos b‡sicos:
En vers’culo 1, Dios revela la condici—n
b‡sica: Andar con Dios y ser perfecto. Aqu’ se presenta un problema. Nadie
llega a la perfecci—n en esta vida. ÀTendremos que esperar hasta el cielo para
gozarnos de los beneficios del pacto? Gracias a la justificaci—n por la fe y la
imputaci—n de la perfecci—n de Cristo, podemos experimentar ahora los
beneficios del pacto.
Por eso, el pacto es a la vez condicional
e incondicional, segœn la perspectiva con la cual lo examinamos. Por un lado,
es condicional porque Dios requiere la perfecci—n. Por otro, es incondicional,
porque Cristo cumpli— a la perfecci—n como sustituto para todos los elegidos.
El pacto es eterno porque Dios lo llam—
pacto perpetuo (GŽnesis 17:7). Pablo, en G‡latas Cap’tulo Tres, subraya el
car‡cter inmutable del pacto al compararlo con contratos humanos. Incluso si
fuera solamente un pacto entre humanos, dice el ap—stol, nadie puede a–adir ni
quitar nada. Cu‡nto m‡s, pues, un pacto hecho por Dios.
Hermanos, hablo en tŽrminos humanos: Un
pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le
a–ade. G‡latas 3:15
El car‡cter eterno del pacto se repite
continuamente a travŽs de la Biblia en los textos, tales como Isa’as 55:10;
59:21; 61:8-9; G‡latas 3:6-15.
El pacto incluye a los creyentes y a sus
hijos, GŽnesis 17:7,9. Este punto es de suprema importancia, porque es en base
de Žste que nosotros entramos en el pacto hecho con Abraham. Pablo nos explica,
en G‡latas Cap’tulos Tres y Cuatro, que Jesucristo es la simiente prometida a
Abraham. Por la fe en Cristo, nosotros somos hijos de Abraham tambiŽn, y
participantes en el mismo pacto.
Aunque la palabra descendientes de Abraham tiene este aspecto figurativo y
espiritual, tambiŽn queda el elemento literal. Los hijos carnales de los
creyentes poseen ciertas ventajas por el pacto, incluso si no llegan a ser
salvos. El elemento familiar es central al pacto.
Se nota esto en el discurso divino a
Abraham. En GŽnesis 17:18, Abraham dijo: Ojal‡
Ismael viva delante de ti. Abraham supon’a que Dios se refer’a a Ismael
cuando indicaba que su descendencia tendr’a parte en el pacto. Pero Dios le
explic— que de Sara nacer’a otro hijo, Isaac, que ser’a heredero del pacto. Sin
embargo, Dios bendijo tambiŽn a Ismael con bendiciones terrenales, por el solo
hecho de que Ismael era descendiente de Abraham.
Promesas hermosas abundan en la Biblia
respecto a los hijos de los justos,
Y este ser‡
mi pacto con ellos, dijo Jehov‡: El Esp’ritu m’o que est‡ sobre ti, y mis
palabras que puse en tu boca, no faltar‡n de tu boca, ni de la boca de tus
hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehov‡, desde ahora y para
siempre.
A la descendencia de los justos no le
faltar‡ comida (Salmos 37:25). Habitar‡n seguros (Salmos 102:28). Tendr‡n
esperanza (Proverbios 14:26). Ser‡n benditos (Proverbios 20:7).
Los ap—stoles tambiŽn reconocieron este
aspecto familiar del pacto. Pedro dijo en el serm—n de PentecostŽs que, ...
la promesa, es para vosotros, y para vuestros hijos, y para todos los que est‡n
lejos; Pablo reconoci— una cierta santificaci—n legal, aunque no
espiritual, sobre las familias de los creyentes, en 1Corintios 7:14:
Porque el marido incrŽdulo es santificado
en la mujer, y la mujer incrŽdula en el marido; pues de otra manera, vuestros
hijos ser’an inmundos, mientras ahora son santos.
Dios dio a Abraham la circuncisi—n como
se–al exterior del pacto (GŽnesis 17:10 y Romanos 4:11). Esta se–al continœo en
vigencia hasta que vino Jesœs y cambi— la se–al al bautismo (Colosenses 2:11-12).
Las dos se–ales simbolizan la misma cosa: El cambio de coraz—n que Dios da a
los suyos segœn Romanos 2:28-29 con Tito 3:5-6.
La palabra se–al quiere decir Ôs’mboloÕ, para indicar la relaci—n del creyente
con el pacto. La palabra sello indica
la promesa divina para cumplir los beneficios del pacto.
Se cuenta que un europeo pobre, quiso
emigrar a los Estados Unidos para tener una vida mejor, ten’a. Apenas dinero
para el boleto del barco, pero no lo suficiente para las comidas en el viaje.
Compr— el boleto. Subi— al barco con la poca comida que pudo llevar, un pan y
un queso. Esperaba que esta comida le mantendr’a hasta llegar a Nueva York.
Por tres semanas este hombre viv’a de su
pan y queso, evitando pasar por el comedor, donde sufr’a al ver a los otros
pasajeros disfrutando de los platos suntuosos. En el œltimo d’a del viaje,
descubri— unas palabras escritas al reverso de su boleto, ÒTodas las comidas
est‡n incluidasÓ.
El pacto de gracia puede compararse al
boleto del pobre pasajero. Muchos cristianos viven desprovistos de los
beneficios prometidos, porque no saben lo que se incluye en el boleto. Sus
oraciones toman el car‡cter de rogativas como mendigos, no de una fe s—lida,
porque no entienden sus derechos bajo el pacto.
En G‡latas 3:14 leemos:
...para que en Cristo Jesœs la bendici—n
de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiŽsemos la
promesa del Esp’ritu.
Cristo muri— en la cruz, segœn vers’culo 13,
para garantizar que el poder del Esp’ritu alcance a todos, jud’os como
gentiles. Esto incluye todo lo que se refiere al Esp’ritu Santo...su poder, sus
dones, su ministerio de santificaci—n y liberaci—n en la vida del creyente.
El diablo asalta a los creyentes,
tratando de darles un complejo de inferioridad. A las mujeres dice: ÒTœ no
puedes tener el poder del Esp’ritu, ni dones poderosos, porque s—lo eres mujerÓ.
A los hombres les dice: ÒEsto es para mujeresÓ. A los j—venes les dice: ÒTœ
eres demasiado joven. Necesitas m‡s madurez para tener dones espiritualesÓ. A
los ancianos les dice: ÒTœ eres demasiado viejo. Esto es para j—venesÓ.
Pero la promesa del Esp’ritu es para
todos los hijos de Abraham. Pedro dijo en el d’a de PentecostŽs que Dios
derramar’a su Esp’ritu sobre toda carne:
Y vuestros hijos y vuestras hijas
profetizar‡n; Vuestros j—venes ver‡n visiones, y vuestros ancianos tendr‡n
sue–os; Hechos 2:17
Al entender lo incluido en el pacto,
oramos con la confianza de que Dios nos concede su poder y sus dones
ministeriales, porque esto est‡ incluido en nuestro boleto.
El diablo miente a los padres, diciŽndoles
que no vale la pena orar por sus hijos descarriados, porque despuŽs de todo,
los hijos tienen libre albedr’o y por eso sus oraciones no valen.
Pero Dios no pidi— permiso a Isaac para
que sea descendiente de Abraham. Dios promete bendiciones a los hijos de los
creyentes solamente porque son hijos de creyentes, no porque cooperan por su
libre albedr’o. A Dios le interesa m‡s su propia voluntad que la de ellos.
El pacto de gracia da a los padres cristianos
una base firme para orar por sus hijos. Satan‡s no puede impedir que Dios
bendiga a tus hijos, porque la base de estas bendiciones es el pacto, no la
voluntad de tus hijos.
Cristo vino y muri— para garantizar que
los llamados por Dios alcancen la herencia eterna (Hebreos 9:15).
A veces los cristianos se desaniman al
considerar sus fallas y debilidades. No entienden c—mo ser‡ posible llegar a la
entera perfecci—n que la Biblia promete. La lucha con la carne parece tan
dif’cil. Pero tenemos pacto con Dios, con un fiador que garantiza la victoria. Fiel es Žl que os llama, el cual tambiŽn lo
har‡. 1Tesalonisenses 5:24
Dios prometi— a Abraham, BendecirŽ a los que te bendijeren, y a los
que te maldijeren maldecirŽ; GŽnesis 12:3
Zacar’as, padre de Juan el Bautista, or—,
Y acordarse de su santo pacto; del
juramento que hizo a Abraham nuestro padre, que nos hab’a de conceder que
librados de nuestros enemigos, sin temor le servir’amos en santidad y en
justicia delante de Žl, todos nuestros d’as. Lucas 1:72-75
Dios tiene mŽtodos sorprendentes para
librarnos de nuestros enemigos. ÁA veces se convierten al Se–or! Aunque los cristianos
son perseguidos, saben que Dios tiene eso bajo su control, y no permite otra
cosa que lo que ayuda al evangelio. Pablo reconoci— esto al decir, Porque nada podemos contra la verdad, sino
por la verdad. 2Cor 13:8
Este acr—stico es nada m‡s que una
expresi—n de los elementos contenidos en el pacto de gracia. Examinemos ahora
cada una de estas doctrinas para ver c—mo se relacionan con el pacto.
El pacto se basa directamente en la
inmutabilidad de la voluntad soberana de Dios. En el primer cap’tulo, vimos que
nada en Dios cambia, incluidos sus decretos eternos. Todos sus consejos son
irresistibles.
Ningœn texto de la Biblia trae a luz la
ligadura entre el pacto y la voluntad inmutable de Dios con tanta claridad como
Hebreos 6:13-20. Era costumbre en los tiempos antiguos que los pactos se efectuaban
por juramentos entre los pactantes. Dios, acomod‡ndose a esta costumbre,
inaugur— el pacto con un juramento:
Porque cuando Dios hizo la promesa a
Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, jur— por Žl mismo, diciendo: De
cierto te bendecirŽ con abundancia, y te multiplicarŽ grandemente. Hebreos 6:13-14
Por lo cual, queriendo Dios mostrar m‡s
abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo,
interpuso juramento; Hebreos 6:17
Algunos desconocen que los consejos
divinos son inmutables. Imaginan que hay riesgo de que Dios les quite del pacto
por sus fallas. Tales temores son causados por una mentalidad de justificaci—n
por mŽritos. Para descartar tal idea, Dios concedi— un juramento basado en su
propio car‡cter diciendo: De cierto te
bendecirŽ con abundancia y te multiplicarŽ grandemente.
Por la soberan’a absoluta divina se ve
claramente el car‡cter incambiable y eterno del pacto.
La naci—n de Israel no ten’a nada que
ofrecer cuando Dios hizo el pacto con ella. Hablando por Ezequiel en par‡bola,
Dios dijo:
Y yo pasŽ junto a ti, y te vi sucia en
tus sangres, y cuando estabas en tus sangres te dije: ÁVive! Ezequiel 16:6
Israel era como un ni–o reciŽn nacido y
abandonado. S—lo la muerte lo esperaba. Pero Dios, como hombre rico y
compasivo, lo recogi— y adopt— como su propio hijo.
Igual con nosotros. Nacimos muertos en
pecado. Insensibles a las cosas divinas. Ego’stas e insensatos. Pero Dios entr—
en pacto con nosotros. Lo œnico que ten’amos para dar eran nuestros pecados. En
la doctrina de la incapacidad total humana, se ve el aspecto incondicional del pacto.
En nada contribuimos.
Dios puso a Abraham frente a un dilema
terrible cuando dijo: Anda delante de m’ y sŽ perfecto. Y pondrŽ mi
pacto entre m’ y ti... GŽnesis 17:1-2 ÁCu‡n desanimado o’r que se requiere
la perfecci—n para tener los beneficios del pacto! Basta esto para desanimar a
cualquier santo, porque nadie entre nosotros es perfecto. ÀHay remedio?
S’, lo hay. ÁJesucristo! Es el œnico que
cumpli— con la condici—n necesaria para tener todos los beneficios del pacto.
En este sentido, el pacto que Dios ha hecho es solamente con Cristo. Pero
nosotros estamos en Cristo por la fe. En Žl tenemos todos los beneficios,
porque nos atribuy— su perfecci—n por la fe (G‡latas Cap’tulos Tres y Cuatro). No
es por nada que Cristo dijo: La gloria que me diste, yo les he dado, para
que sean uno, as’ como nosotros somos uno. Juan 17:22
La elecci—n precede al pacto, ya que Dios
la realiza solamente con sus elegidos. Hice pacto con mi escogido. Salmos 89:3
Nunca hizo pacto con otras naciones, excepto Israel, porque era la naci—n
elegida. Es pacto particular, no universal.
La cruz compr— algo para Cristo mismo. Le
compr— el derecho de actuar como el fiador, sumo sacerdote y mediador del pacto
segœn Hebreos 7:22 y Cap’tulos Ocho a Diez de Hebreos.
Un fiador es una persona que tiene
autoridad y poder para asegurar que ambas partes de un pacto cumplan con los
requisitos y que reciban los beneficios prometidos. Por tanto, Jesœs es
hecho fiador de un mejor pacto. Hebreos 7:22
Cuando Dios dio a MoisŽs el pacto de la ley,
Žste esparci— con sangre los libros, el arca del testimonio, y todos los dem‡s
elementos de culto como se–al de confirmaci—n del pacto, Hebreos Ocho y Nueve.
El mismo principio de confirmaci—n por
sangre existe en el pacto de gracia. La sangre de Cristo es la confirmaci—n
absoluta del pacto divino con nosotros.
El pueblo de Dios en ambos testamentos,
Antiguo y Nuevo, est‡n ligados en una relaci—n de pacto. No existen dos pueblos
de Dios, s—lo uno. Como Pablo muestra por medio del ejemplo de Abraham, los del
Antiguo Testamento fueron salvos de la misma manera que nosotros. Fueron
justificados por la fe, ten’an el mismo salvador, participaban en el mismo pacto.
Incluso, Pablo llama el pacto con Abraham, la
buena nueva (G‡latas 3:8). La unidad del pueblo de Dios en el pacto es
ilustrada por la Santa Cena. Cristo dijo:
esto
es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramadaÉ Mateo 26:28
Al decir, bebed de ella todos (v.27), indicaba que es un pacto no
s—lo es con Dios, sino los creyentes, los unos con los otros.
Pablo enfatiza lo mismo en 1Corintios 10:16,
al comparar el pan de la comuni—n con nosotros, la iglesia. El pan representa
no solamente a Cristo, sino tambiŽn el v’nculo espiritual que tenemos por medio
del pacto.
La inmutabilidad del pacto, la eficacia
del ministerio de Jesucristo como mediador, la imputaci—n de la justicia de
Cristo, la eficacia de su sacrificio para confirmar el pacto, la llamada eficaz
del Esp’ritu....todos estos elementos del pacto forman la seguridad de los
elegidos.
Dios promete castigar a los hijos del pacto
que andan descarriados, pero no hasta destruirlos. Dios destruy— otras naciones
por haber cometido los mismos pecados que hac’a Israel.
Mas Jehov‡ tuvo misericordia de ellos, y
se compadeci— de ellos y los mir—, a causa de su pacto con Abraham, Isaac y
Jacob; y no quiso destruirlos, ni echarlos de delante de su presencia hasta
hoy. 2Reyes 13:23
Un inexpresable consuelo para nosotros
reside en que esta cadena de oro que es el pacto es capaz de soportar el peso
de la carga m‡s pesada del creyente.
Desde el punto de vista de pura justicia,
no existe motivo porque los israelitas existen hasta hoy. ÀD—nde est‡n los
edomitas, los filisteos, o los gabaonitas? Son razas extintas. La œnica
explicaci—n es, Porque yo Jehov‡ no cambio: por esto, hijos de Jacob, no habŽis
sido consumidos. Mal 3:6
Dios nunca desecha a su pueblo elegido.
Los castiga, s’. Sabe darles remordimiento por sus pecados. Digo pues: ÀHa
desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera...No ha desechado Dios a su pueblo
al cual desde antes conoci—. Romanos 11:1-2
Que nadie imagine que nuestra
participaci—n en el pacto nos alivia de castigos correctivos por los pecados.
Al contrario. Es precisamente por causa del pacto que Dios castiga a sus hijos.
A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra; por
tanto, os castigarŽ por todas vuestras maldades. Am—s 3:2
Si no fuera por su pacto con Israel, Dios
no les hubiera castigado. Les habr’a dejado que anden en sus errores hasta la
perdici—n.
Pero el pacto es una paradoja. A la vez
es una seguridad profunda y tambiŽn una advertencia. Garantiza una herencia
eterna, pero con correcciones. Es una seguridad inc—moda, en que Dios no se
detiene ante nada a fin de que se cumpla nuestra obediencia.
El pacto es una paradoja.
A la vez es una seguridad profunda
y tambiŽn una advertencia.
Por la voluntad soberana de Dios, los
elegidos tienen un pacto inviolable, con la garant’a de una herencia eterna.
Incluye promesas para sus hijos, victoria sobre sus enemigos, y la provisi—n
para sus necesidades. Aunque eran totalmente incapaces e indignos para entrar
en el pacto, Cristo vino para morir en la cruz a fin de confirmar el pacto con
sus elegidos. Por medio del don de la fe, los justifica, a fin de unirlos con
el pueblo de Dios de todas las Žpocas, formando as’ un solo cuerpo con Cristo,
salvados para siempre.
La cual tenemos como segura y firme ancla
del alma, y que penetra hasta dentro del velo, Hebreos 6:19
Preguntas para repasar: Hilo de oro
1. El
pacto de gracia difiere de los pactos humanos en que: (Marque uno)
A. Dios hace pacto solamente con los que
hacen buenas obras.
B. El hombre no contribuye en nada al pacto
de gracia.
C. El pacto de gracia no es un pacto
escrito.
2. A
veces el pacto de gracia se llama tambiŽn _________.
3. Verdadero
o Falso:_____ Antes de Abraham, no exist’a ningœn pacto de gracia.
4. Verdadero o
Falso:_____ El pacto es condicional e incondicional a la vez, segœn nuestra
perspectiva.
5. Verdadero o
Falso:_____ Dios requiere la perfecci—n como condici—n en el pacto.
6. Cuando
Dios hace pacto con un creyente, Žl incluye tambiŽn a ______________.
7. Dios dio a
Abraham la ________________ como se–al exterior del pacto. Pero en el Nuevo
Testamento, esta se–al fue cambiada en ____________________.
8. Los
beneficios del pacto son:
A._____________________
B._____________________
C._____________________
D._____________________
9. El
pacto de gracia es una base s—lida para nuestra ___________.
10. ÀLa doctrina
de la soberan’a absoluta divina se relaciona con el pacto de gracia en que
formas? ___________________________________________________
11. La doctrina de la
incapacidad total humana se relaciona con el pacto de gracia en que:
____________________________________________________________
12. ÀLa doctrina
de la justificaci—n se relaciona con el pacto de gracia en que formas?
13. ÀLa doctrina de la elecci—n se relaciona con el pacto de gracia en
que formas?
________________________________________________________________
14. ÀPor cual manera el pacto de gracia se relaciona con la doctrina
del sacrificio eficaz? __________________________________________________________
15. La doctrina de la unidad
espiritual y universal de los creyentes se relaciona con el pacto de gracia en
que:________________.
16. ÀLa doctrina
de la seguridad de los elegidos se relaciona con el pacto de gracia en que
formas? ____________________________________________________
17. Verdadero o Falso:_____
Dios promete destruir por completo a sus hijos por no cumplir con las demandas
del pacto.
18. Verdadero o Falso:_____ Nuestra participaci—n en el pacto nos
exime de toda correcci—n divina por nuestros pecados.
Respuestas
a las preguntas: Hilo de oro
1=B, 2=Pacto con Abraham, 3=F, 4=V, 5=V,
6=a los hijos, 7=Circuncisi—n; bautismo, 8=A Esp’ritu Santo, B Bendici—n sobre
hijos 9=Fe, 10=La base del pacto es la voluntad inmutable de Dios, 11=El hombre
no contribuye en nada al pacto, 12=Cristo cumpli— como nuestro sustituto el
requisito de perfecci—n en el pacto, 13=El pacto es para los elegidos
solamente, 14=La sangre de Cristo confirm— el pacto, haciŽndole a Cristo el
fiador y mediador de ello, 15=Existe un solo pueblo de Dios por medio del pacto,
16=El pacto es la base de nuestra seguridad de salvaci—n, 17=F; 18=F
De vez en cuando alguien me pregunta por
quŽ escrib’ este libro. Eso produce en m’ una peque–a sensaci—n de desilusi—n
porque sospecho que el lector no capt— el coraz—n del mensaje de la gracia.
La gracia es inquieta. No puede quedarse
quieta sin hacer nada. Quiere ir a lugares y hacer cosas. Lo que m‡s desea
hacer es glorificar a Dios. El lugar al que m‡s anhela ir es a su sitio de
origen. Aquellos que han recibido una generosa porci—n de la gracia saben eso y
cada uno a su manera, siente un impulso de devolver algo en gratitud.
ÀQuŽ padre no ha tenido un ni–o
entregarle un regalo que vino del padre en primer lugar? La diferencia con la
gracia, sin embargo, es que cuando la entregamos, la encontramos todav’a en
nuestra mano pero alterada, mucho m‡s amplia. Siempre quiere retornar a su fuente
para convertirse en m‡s de lo que era antes.
Soy escritor. No conozco otra manera de
devolver mi porci—n. As’ que escrib’ este libro por una simple raz—n.
Lo
escrib’ porque no pod’a detenerme de hacerlo.
Roger Smalling y su esposa Diana son
misioneros de la Iglesia Presbiteriana de las AmŽricas, trabajando en
desarrollo de liderazgo y preparaci—n teol—gica en LatinoamŽrica.
Tiene Roger un doctorado en ministerio cristiano
del Seminario Internacional de Miami, una maestr’a en Biblia de la Universidad cristiana
Bautista de Louisiana, m‡s un t’tulo en Educaci—n Hisp‡nica de la Universidad
de Colorado de Norte, Magna Cum Laude.
Roger es fundador de Visi—n R.E.A.L. (Reforma En AmŽrica Latina), que se dedica
al avance de la Reforma en AmŽrica Latina por medios impresos y por establecer
centros de preparaci—n de l’deres cristianos en amŽrica latina. Sus recursos
son accesibles a www.smallings.com
Esta pareja ha trabajado como misioneros
por m‡s de treinta a–os en Francia, Guatemala, MŽxico y Ecuador. Si bien su
ministerio ha sido mayormente en la educaci—n, los Smalling han trabajado con
equipos de misioneros en fundar varias iglesias en el campo misionero.
La esposa de Roger, Diana, dicta
conferencias para esposas de l’deres cristianos y tambiŽn participa con Roger
en proyectos literarios.
Liderazgo
cristiano: Principios y pr‡ctica
Felizmente justificados: Una introducci—n a Sola Fide
Evangelio de la
prosperidad: Los carism‡ticos heridos
Notas
Finales
[1] Packer, J.I., Ensayo Introductorio a muerte de la muerte por Juan Owen, Banner of
Truth, pp.10.
[2] Ibid
[3] Algunos afirman que la
palabra trajere en este vers’culo
s—lo indica una persuasi—n moral al cual el pecador puede resistir. El problema
con esto es que la palabra griega traer usada aqu’ helkuo, siempre significa ÔarrastrarÕ, compulsi—n forzada. Incluso
si no sabemos lo que quiere decir, su significado podr’a ser deducido por la
frase y lo resucitarŽ en e postrer d’a.
Es decir, todos los que son objeto de la acci—n del Padre en traerlos, ser‡n
salvados invariablemente. Esto no deja lugar para una resistencia eficaz por
parte del pecador.
[4] Cita de Kenneth Craig, de Gathered Gold John Blanchaard, Evangelical Press 1989 pp.57
[5] Ibid, pp.14
[6] El contenido del Credo Apost—lico, en
otras palabras.
[7] El œnico motive por el cual usamos el
t’tulo Seguridad de los elegidos es
porque juega mejor con el
acr—stico Si, Jesœs. En este cap’tulo
daremos preferencia a la palabra preservaci—n.
[8] Boettner, Lorraine. La doctrina reformada de la predestinaci—n. Eerdmans, NY, 1932
[9] Spurgeon, Charles. All of Grace. (Todo por Gracia) pp.121
[10] Boettner, Lorraine. The Reformed Doctrine of Predestination. Presbyterian and Reformed Publishing, Grand Rapids, MI, 1932, pp.192
[11] Boettner, Lorraine. Perseverance of the Saints (Perseverance de los santos) Eerdmann,
Grand Rapids, MI. 1932.
pp.109